Son las tres de la mañana y estoy aquí
escribiendo. Con la calefacción al mínimo, recién levantado… el sábado sabadote.
En la calle sopla un viento terrorífico de invierno, y yo aquí salido de mi
edredón nórdico lo escucho mientras bebo a pequeño sorbos de una taza calentada
al microondas un café con leche sin azúcar. Supongo, que soy un privilegiado.
Esa clase de privilegiado con conciencia social. De los nacidos a principios de
los felices sesenta del siglo pasado que se educó en un colegio de curas
progres donde se hablaba de muchas cosas que por aquellos días era imposible.
Mi padre era un fascista brutal de tomo y lomo, pero dentro de una familia de
intelectuales a los que la guerra exilió… Mi madre, una mujer socialista a su
manera… que vió a su padre apunto de ser fusilado por ambos bandos en la guerra
civil… unos le quisieron dar “el paseo”, que decían entonces, por tener un
pequeño cargo en el gobierno republicano. Y los otros, porque no era lo
bastante rojo ni radical. He sido militar profesional largos años… bueno,
oficial… y eso imprime carácter… y uno nunca deja de ser “militar”… Vengo de
familia de militares. Unos permanecieron fieles a la República Española… y
acabaron en Francia, con rango de generales, condecorados con la Legión de
Honor gala, y más españoles por dentro que cualquier puto legionario de tercio
franquista de los cojones follacabras. Otros, vencedores de la guerra homicida
de un caudillo asesino que se enriqueció en una España miserable con generales
corruptos conocidos y "vocacionales"… me han "hormado" el temperamento. Que puedo decir… que nunca he
sido comunista, pero que aun así, he llegado a votar al PCE. Que siendo "ente castrense" voté en su día No a la OTAN de entrada… porque ardía dentro de mí una llama de
socialismo "irredento y combativo". (De "ardor guerrero") Que me partí la cara en primera línea con la ETA más dura… y que aun así les entendía
perfectamente… Me han llamado rojo muchas veces, más de las que ahora quienes
no me conocen ni conocerán jamás de nada ni lo merecen… me llamarán podemita…
¿Y qué?. Eso no me duele tanto… como las veces en que niñatos putrefactos de mimitos zafios hijos
de obreros ignorantes por arrobas y tontos del ojete me han llamado facha. Pero que más da…
El viento cuando arrecia y clama fuerte como ésta noche, me trae los lamentos
de los oprimidos. Me recuerda aquello de Arriba parias de la tierra… que sentí
a muchos kilómetros de la vieja patria hispana en una puta guerra ya olvidada
donde no había “oeneges” entonces… ni partisanos de pastel soplapollas más rojos que el “rouge” de una
jodida virgen adolescente, ni siquiera soldaditos españoles valientes…
… de modo que no sé quien soy. Si escribo bien
esto… Si expreso lo que quiero decir. Y me es indiferente lo que se piense, con
la intención… pensándolo mal… o sin darle a las cosas sentido. Me aburre ésta
realidad social actual sin alma, o con todo el amor hecho solidaridad de papel
virtual. Me aburren los que pasan, y los comprometidos que están escondiditos
en su prisión de cristal. Me aburre lo fácil que es para algunos ser
“progresista”. Hijos del barrio obrero que visten de C&A llamando a la revolución. Ay... llamarse anticapitalistas formados por
becas sangradas sobre piras de cadáveres… Bueno… sé de lo que hablo, no hace
falta contar historias para no dormir… tengo mis muertos en el armario, y
siempre es mejor pasar por un muerto de hambre que haber muerto, mil veces… de
sed de justicia. Pero que importa, ahora me verán muchos que jamás me conocieron
ni conocerán… por que no me sale del “gindanal”, como a un “entusiasta” de PODEMOS,
porque les puedo llegar a votar… Y nunca seré de PODEMOS, ni votándoles de aquí
a la eternidad. Soy socialista. Ni comunista ni anarquista… ni anticapitalista
ni bolivariano… Yo sigo siendo socialista, no soy socialdemócrata… Socialista.
Lo que muchos que se llaman “socialistas”, dejaron de ser hace largos años… Como
lo eran muchos miembros de mi familia que terminaron en el exilio francés que
les llevo desde las Playas de Normandía, a Indochina o Argelia. O… a dejarse
las tripas en el Valle de los Caídos… o, construyendo el Barrio de Chamartín,
o… Fuencarral, de Madrid… Y oculto mi verdadero nombre como tantas cosas porque
soy un masón de grado treinta y tres por dos logias. Lo que para algunos
significa que soy un autentico conservador y antimonárquico a la vez. Para otros, un
monárquico y auténtico rojo… en el sentido más repulsivo del "viejo" término peyorativo. Mezclas extrañas e
imposibles de ideología anticatólica y satánista e inquisitorial y a un tiempo supersticiosas y
oscurantistas nomenclaturas "elitistas" por conservar dos de los apellidos más arcanos y manchados de
ignominia de éste bendito país de canallas que es España: Donde los
sinvergüenzas se creen en disposición de enseñar nobleza, y los caraduras te
llaman cualquier cosa que se les ocurra para insultarte y suyo es el poder y la
gloria de su nombre por los siglos de los siglos… ¡y qué les den!. En fin… lo
que digo tantas veces… acaso importa algo o… todo. Las preseas, los premios,
los conocimientos, las tildes, los puntos suspensivos, los triunfos y las
derrotas, las verdades o las mentiras… Lo que dejo… es todo para el futuro.
Soy… un paria de la tierra. Mas eso sí... jamás marché, con la famélica "legión".