Duermevela de un esclavo

Duermevela de un esclavo

Colores masónicos (Parte Tres)


Aquel telón verde oscuro… casi negro… entre enebro, pino, musgo, esmeralda, alga, y… albahaca… encerraba la escena de aquellos dos humanos: Uno vestido de azul que se arrastraba por el escenario, y otro vestido de rojo que pareciera observarle impertérrito a éste último. Aquel verde del telón alzado en cielo sostenía insolente un cuarteto de columnas etéreas. Incorpóreos contrafuertes de maderas que se despuntaban. Aquel telón no tenía que caer aun. Su ligereza parecía sutil allá arriba cual una nube de cristal. Entraba el silencio. Se asociaban la mudez del dolor de aquel hombre de azul, y la elipsis poco más o menos desvergonzada del hombre vestido de rojo. El bien y el mal estaban ahí, sin emplazamiento… sin verdad, sin referencias… La realidad era su no existencia, porque nadie observaba. Aquel telón de color enebro, pino, musgo, esmeralda, alga, y… albahaca… se plegaba velozmente en un segundo intenso de resolución divina con La Gran Caja escénica girando noventa grados al E.S.T.E. y once segundos después 33 al sureste… sin que nada pasara, aparentemente. Sin embargo, se desDibujó algo al fondo. Sobre el telón de asbesto… una mariposa traslucida. Apenas un reflejo indeleble. Sin persistencia en la memoria del hombre de azul… Martilleante en la mente del hombre vestido de rojo.
El hombre vestido de rojo, con su pantalón rojo. Su camisa roja. Su corbata roja. Sus zapatos y calcetines rojos… imaginó una foresta. Una exuberante frondosidad color verde enebro, pino, musgo, esmeralda, alga, y… albahaca… por donde desaparecían del escenario tanto él como el hombre que vestía de azul. Entre tanto, el hombre de azul, observando desde el suelo el telón color verde enebro, pino, musgo, esmeralda, alga, y… albahaca… alzado sobre él… imaginaba… gotas de ardiente lluvia de color verde enebro, pino, musgo, esmeralda, alga, y… albahaca… quemando su rostro. Ninguna mariposa, ningún espectador conmovido en platea. La Nada de la oculta maquinaria “teatral” Toda silencio de Gran Mayúscula articulaba la conmoción reiterada de La Gran Caja escénica girando noventa grados al E.S.T.E. y once segundos después 33 al sureste… El Hombre de Azul… ya no se hacía preguntas… apenas se movía… gesticulaba despacio… Gritó: ¡Yo no soy el protagonista!. El Hombre de Rojo se acababa de perder en su espesura hecha brozal de verde enebro, pino, musgo, esmeralda, alga, y… albahaca… como una “maleza” breve y brillante. Inmóvil sobre las tablas. El Hombre de Rojo se percató de que tenía en su mano izquierda el zapato derecho azul del hombre de azul. Y susurró: Yo… no soy el protagonista. La Gran Caja escénica volvió a girar sus noventa grados al E.S.T.E. y once segundos después 33 al sureste… y el zapato desapareció de su mano izquierda, como una ilusión.