Duermevela de un esclavo

Duermevela de un esclavo

Las nomenclaturas masónicas (El Infierno Azul)


Si alguien ha visto El Templo Azul al E.S.T.E. de todas y cada U.N.A. de las nomenclaturas masónicas de la VIRTUS UTEM, S.A.P.I.E.N.T.I.A. y la Realidad Radical… ¡enhorabuena!, ya le puedo llamar Hermano y Mi Maestro. Mi Aprendiz. Yo mismo amigo. Donde caminar entre luz es ser luz, y ente de mi carne, y carne misma de conocimiento nuevo que se renueva cada día, y al que debemos amor y saber. Todos los días giran en torno al mismo Sol, y todos los días son iguales. Imperfectos y hermosos. Oportunidades para querer ser mejores. Días que “preterminan”… y horas de servicio a la construcción de la Conciencia. Pero… un inciso… Pregunta: ¿Qué es El Templo Azul?... El Infierno Azul. El Infierno Helado… Simplifiquemos: El lugar donde en soledad purgamos nuestra verdad, donde La Libertad nos habla como entes humanos hombres y mujeres libres. Donde no cuestionas La Igualdad, eres igual… donde no determinas La Hermandad Universal, eres parte de La Gran Humanidad. Donde no hay conceptos vacíos que desarrollar y dar sentido… el “sentido” de todas las cosas es un Todo causal que está plenamente abierto en tus sentidos… tu Mente, tu Memoria, y sobre todo… tu, Inteligencia. Sin discrepancias. El Templo Azul, son los primeros tres grados… y los últimos tres grados… de la masonería blanca… El reflejo en el espejo que nos devuelve envejecido al niño que fuimos alguna vez. Eterno Aprendiz Maestro de Nada que se consume entre el frío del horror sin humildad. Los textos nos hablan de la Jurisdicción del Sur, y la Jurisdicción del Norte… ¡Eso, poco importa!. Y si a Alguien le importara… puede que sea un “Gran Hermano”, un tipo importante al que la pompa y el boato acompañe… mas… “pobre, pobre diablo”… Me pregunto… ¿Con qué abalorios decorará los templos de su recurrente fantasía enfermiza?. Y… vuelvo a atrás… ¿Qué es el Infierno Azul?: Un Templo de Libertad e Igualdad. Donde Maestro, Aprendiz, y Compañero somos la misma Nada con el Todo. Conocimiento. Ansia de Gnosis. Necesidad imperiosa de auténtica virtud. Humildad ante el desafio de nuestra propia ignorancia, y el vacío de todo aquello que desconocemos. Porque no hay nada más hermoso que no saber algo… lo que sea, cuando sea… y por fin, encontrar respuestas a nuestra propia barbarie. Y encontrar iluminación en la oscuridad, y cognición en la estupidez propia. Aunque ni eso explique el frío de caminar con los pies descalzos en el Infierno Azul.
El Infierno Azul, vieja y nueva nomenclatura masónica, es La Realidad Radical, el verdadero Reino de la Conciencia. Más allá de La Masonería Blanca y de los ritos… el escocés, y el Rito de York. Más allá de las columnas, de los frontispicios, del culto a la Diosa Madre votiva y antigua, de todos los ofrecimientos mezquinos al Primer Templo y de mirar a un este que no es el más bello E.S.T.E. El Templo Azul, es no es la estatua de Minerva que junto al Venerable Maestro sirve de pábulo a su rango… decoración de aprendices de la pequeña humanidad. El honor escrito no es honor, la tradición bordada no es tradición… la bizarría en palabras, sólo es villanía. Un servidor ahora mismo… no es nadie, y esa es mi grandeza. No ansío nada… ¡bueno!... quizás un batido de fresa al acostarme… y un té verde caliente al despertar con el desayuno. La guerra está lejos, y presente sempiternamente… el egoísmo de los hombres lo veo a mi alrededor sin necesitar mis gafas más precisas cada día… Observo mi decrepitud, y me sonrío de cuanto me queda aun por saber, y de cuan inútil y torpe soy. Un ejemplo muy… muy burdo… en El Infierno Azul aprecias la dulzura exquisita de las patatas cocidas al Sol invernal tras el cristal del medio día… cuando la carne asada bañada en salsa espesa y caliente ya ha dejado de saber a manjar… y únicamente es otro animal sacrificado más. Como yo mismo siendo joven e idiota, fui sacrificado en el altar de la libertad diminuta de unos pocos “hombres justos”. Las viejas historias personales son aburridas siempre… Entonces… ¿Qué es el Infierno Azul… el, Templo Azul?... Pues ese lugar donde el agua sabe dulce, el cielo es de color almíbar, la piel es de cuero repujado, el corazón está en los ojos, el cerebro escrito en una hoja, una sonrisa huele a la mañana temprano, y el café es un recuerdo viejo y templado… sin poesía. Vasos vacíos, y tripas acomodadas. Huesos doloridos. Y después… imaginas las ondas gravitacionales, la maldita hipergravedad, navegaciones platónicas… y, el secreto de una tostada perfecta con tomate y aceite de oliva. No imaginéis partículas elementales, fermiones y bosones… imaginad dragones… porque lejos de la magia de los quarks está el hechizo de la defensa de los principios metafísicos de toda una filosofía humanista. Porque que son u, c, t… d, s. b… Y, o… g… sin unos trozos de pizza para cenar en un laboratorio cualquiera de una “prestigiosa” universidad donde se estudia el Universo sin Dios. ¡Un sindios!. Ay, paganos… ay doble, creyentes… El Infierno Azul, son todas nuestras piedras en el zapato.