Duermevela de un esclavo

Duermevela de un esclavo

Demasiado "pequeños" (Yo soy español, español, español…)


Yo soy español, español, español… lo dice mi pasaporte. Lo dice mi partida de nacimiento y mi Documento Nacional de Identidad. Lo dicen mis dejes de castellano recién horneado, y mis apellidos entreverados viejos, y nuevos… El levantarme cristiano por la mañana, ser judío a la tarde, y medio moro de noche… El haber jurado bandera, haber permanecido bajo ella durante unos largos veintidós años… y los que me quedan, pues de algunas cosas, uno jamás se jubila, entiéndase… En fin, ¿yo soy español, español, español?… Pues… más bien no. Claro que tampoco soy un ciudadano del mundo… Las miras estrechas, nunca fueron de mi agrado. Digamos que me encuentro esclavizado aquí, sobre un mullido cojín… en la coordenada cartesiana 0,0000. En todo lo alto, lo ancho… cada día un pelín de más, y a lo largo cada vez menos. Sintiendo el transcurrir del tiempo. Español, español, español… viajando a hipervelocidad por el universo hipergravitacional. En conjunto de quarks patrios. Pero sin pulseritas fariseas, sin melindres místicas, sin boberías oscurantistas… Hijo de Dios Constructor del Universo. Leyéndole en esa quinta dimensión… en el gusano loco orgulloso Ojo de Horus del círculo y de la esfera entre las dos y tres dimensiones físicas comunes que sujetan todos nuestros errantes clásicos en cualquier relámpago del turno y el área de las comunes dimensiones. Una sexta dimensión de azar místico, de eventualidad en el arbitraje celeste, el juicio de las contingencias providentes no me preocupa en el tiempo aunque me ate a lo de ser provisionalmente en inmortalidad de Conciencia, español, español, español… y si la séptima dimensión es un salto al vacío entre designaciones espaciales a la causalidad sin resolver atrás en el time-time… en una puta duplicidad de la quinta dimensión… pues, ajo y agua. Tracemos de humanidad. 
Humanidad en la esfera que se expande y que el ateísmo cree que se creo de la nada. Pues vale… Hawking no nació de madre alguna, ni La Iglesia de Cristo alguno que la parió oscura y necia, ni el descreído más ilustrado fue cortado de un cordón umbilical… cayeron en la inclusa de la generación espontánea hasta gatear. Unos con una Biblia, otros con El Capital de Marx, unos con su Corán y otros con su Odio a los indiferentes. Luego La Rueda del Dharma los puso a crecer en un huerto de nabos, españoles y cojonudos a ellos, compatriotas… hecha La Ruleta de la Fortuna… y en un bancal de repollos, españolas y perspicaces a ellas las más bellas. Y Pangea Paleozoica hizo la patria a su imagen y semejanza… Y se dividieron inteligentes y clarividentes nuestros humanos nacionales como las aguas del Mar. Unos llevados por el dilema eterno del huevo y la gallina dedujeron felices que primero fueron los evangelios que la gravedad, y rezaron untuosos, y dieron gracias a un tirillas cachas crucificado en calzoncillos Adidas nazareno hasta el día de hoy que votan al PP en masa, valencia química y redil de borregos. Otros llevados por la Tesis Once que ni leyeron y si lo hicieron y entendieron, les carcomió con el “gusano” de la ignorancia, primaron el átomo… pero no saben del número atómico del fósforo… ¡ay, de la niña bonita!; tienen un buen estado de oxidación… y se les compra a pico renta y precio de hambre. Pues la moral del hombre se corrompe fácilmente. Y siempre el que más esconde más clases de ética da. Es la ley del neandertal moderno. Aquí… Español, español, español… Luchando por el status, no por el necesitado; guerreando por un pedazo de tierra no por la tierra en si misma. Si no sabéis de que he tecleado, es porque sois demasiado “pequeños”.