Observo cifras escalofriantes, pienso y saco
mis propias conclusiones. 1.015.078 migrantes llegaron a Europa en el 2.015 por
el Mediterráneo, murieron o desaparecieron en él 3.771 personas; Hasta hace
tres días, a 3 de noviembre de éste mismo año 334.174 seres humanos han llegado
hasta las costas del viejo continente, los muertos y desaparecidos sin embargo
se han disparado a cifras intolerables: 4.220 hombres, mujeres, niños,
ancianos, bebes… ¿Qué se puede decir, qué no se haya dicho ya?. Pues lo diré. No
hay voluntad política, ni social ni moral, ni de fe religiosa o ideológica para
acoger a aquellos que en su inmensa mayoría huyen de las guerras por los
recursos y el reordenamiento del orden geopolítico que el occidente cristiano y
decente a provocado. A veces puede ser tan sencillo que muera gente en el mar
como retrasar la orden de partida de un buque de salvamento marítimo un par de
horas por cuestiones de carácter burocrático. Por una simple espera
“administrativa” de ordenes que no acaban de llegar… La pregunta que debería
hacerse entonces es: ¿Quién es el culpable de la dirección de esa manera de
actuar tan poco “humanitaria”?. Porque de verdad alguien cree que las cifras
aumenten por casuística en el orden perfecto de las matemáticas, porque sí… por
factores de superstición oscurantista. Porque Dios así lo manda. Más de 55.000
menores, adolescentes, niños e incluso bebes han llegado en lo que va de año a
las costas de Grecia e Italia. Se calcula que de ellos unos 40.000 han podido
desaparecer victimas de la redes de la explotación laboral, sexual, y del
tráfico de órganos. Y ya está, eso es todo. Campañas de algunas “oeneges” en la
televisión por navidad para que el personal done doce euros para salvar un
menor, y limpiar la conciencia. ¿Alguien es consciente de qué realidad estamos
viviendo?. Mientras algunos y algunas se preocupan, con buena fe sin duda, por
la salud y el bienestar de una camada de gatitos a la intemperie en Wichita,
Kansas… o lloran a moco tendido por la crisis de unos capullos en el PSOE,
porque Trump llegue a Presidente de los EE.UU. de Norteamérica, o… porque el
Real Madrid empate uno, dos o tres partidos… miles y miles de niños,
desaparecen sin que a nadie le importe una mierda… cientos y cientos de seres
humanos desaparecen en el mar… sin que la ayuda llegue, por motivos… que sólo
Dios sabe.
Y la guerra mata a más inocentes y hace crecer “exponencialmente”
la economía de occidente. La verdad es que se precisa un Daesh, no nos
confundamos. Sin un enemigo así como no se van a ver los “éxitos”
contraterroristas de los ministerios del interior que en la vieja Europa son, como
el “facherío” no se va a retroalimentar de viejos y nuevos enemigos y odios,
como no se van a renovar los arsenales de armamento con nuevas remesas de explosivos
y bombas, como no va a inundarse el mercado con petróleo barato, con materias
primas valiosas de países del tercer mundo en prácticas de tiro al disidente,
como no se van a hacer negocios turbios, a fluir el tráfico de armas, drogas,
seres humanos… órganos, a poner y derrocar líderes cómodos que dejen las
guerras lejos, y no a la puerta de nuestras casas. Para nosotros lo que importa
no es que desaparezcan 40.000 niños, ni que se ahoguen en el Mediterráneo unos
centenares de seres humanos… ni los que son masacrados en tal o cual guerra o en
un atentado en las chimbambas un día sí, y otro también; lo que nos importa es
el tiempo que hará mañana. Si bajan las temperaturas, si lloverá, y si Rajoy
recorta mucho o poco, o se la pela como un mandril salido. El hambre de África,
La Guerra de Siria, la desolación que nuestra acción y nuestra inacción ha
dejado en La Irak “postsaddam” y El Afganistán “postoncedeseptiembre”… nos
importa un carajo si se ahoga en el Mediterráneo o no. Mientras la gasolina
esté barata y podamos ser parte del atasco de cada día como si la contaminación
sube hasta matarnos. Porque algún gilipollas seguirá pensando que es el gas freón
de sus congeladores lo que se está cargando el ártico… ¡A la mierda con ese
cuento y todos los gatitos de Wichita!. Ay… los gaticos, ¡qué rebonicos!. Pues
eso. Que observo cifras escalofriantes, y veo… soy consciente plenamente, de la
indiferencia que generan. En domingo… y en mitad de la semana. Y me dan ganas
de preguntarme irónicamente, ¿si un penalti en el área en mitad de un partido
de fútbol es también maltrato animal?. Pues tanto y tanto tonto, me abruma.
Aquellos que insultan a un niño con cáncer de ocho años que quiere ser torero,
y los que no quieren saber lo que pasa ahí fuera. Entre el frío… donde un gato
es una comida y no una mascota. La verdad es que odio todas las guerras y a la
humanidad inconsciente. La de las guerras del ayer… la de las guerras
presentes… la de aquellos que desaparecen intangibles en el silencio entre
cifras imperceptibles.