Duermevela de un esclavo

Duermevela de un esclavo

Star Wars, La Masonería galáctica


Es la vieja lucha del bien contra el mal, oigo decir de Star Wars… ¡qué visión más simplista!. Pero antes preguntémonos porque en estos tiempos el personal no se rebela. Y no me refiero con una insubordinación como la de esos “rebeldes” amoñados del Twitter, si no como aquella de los viejos roqueros de la barricada y el molotov. La culpa es de los miserables. Del miserable que tiene un coche y teme perderlo, del miserable que tiene un trabajo de quinientos euros al mes o menos… y teme perder su miseria, del miserable que vota lo malo conocido porque teme perder su pequeña chatarrería de ese planeta desértico y olvidado. Puede que a algunos puristas de Star Wars no les guste Los últimos jedi, el episodio VIII de la saga galáctica… y sabéis, mejor que sea así. Porque ese cuento infantil de finales de los 70, ese western espacial con princesas y androides… ahora es otra película. La protagonista no es Leia ni Luke ni tan siquiera “Arturito”… si no un concepto muy masónico conceptualmente: La Fuerza. La potencia de la VIRTUS UTEM que todos llevamos dentro ya seas Rey de Tatooine, Finn el renegado antidisturbios post-imperial de la Primera Orden… o, Josefa del borde exterior. El mensaje final de Los últimos jedi nos viene a decir algo fantástico y absolutamente extraordinario: Todos somos hijos de La Fuerza… con linaje o no, llamarlo Dios Constructor del Universo si queréis Hermanos de Logia, pero a mi ese instante final en el cual el Halcón Milenario escapa a hipervelocidad llevando a bordo los viejos pergaminos del Primer Templo Jedi me parece un mensaje nada “subliminal” de lo que viene a simbolizar la percepción de La Vieja Tradición, El Conocimiento… y, La Fraternidad.
Porque no importa quienes somos, o de donde venimos. La Fuerza está con nosotros… Cada vez que oís eso de “que La Fuerza te acompañe” no os recuerda aquello de “ve con Dios”… pues eso. Que es de una simplicidad pasmosa que se hable de Star Wars Los últimos jedi como una película de efectos especiales donde se trata del viejo conflicto del bien contra el mal. Porque de ser así… también va de eso Casablanca, El hombre que mató a Liberty Valance, y El jinete pálido. Ese final de Luke desvaneciéndose frente al Sol de una estrella cualquiera tiene el más noble y alto significado dentro de los antiguos y guardados códices y claves de La Masonería. Fusiona el origen de todo, desde la abiogénesis por ejemplo, hasta la gravedad cuántica de bucles. Nos dice algo muy simple y llano: Quien necesita un sable de luz para vencer al mal cuando tienes el poder de La gnosis y La Conciencia Universal. Mas no olvidemos donde vivimos, y por quienes estamos rodeados. Chatarreros ignorantes. Miserables que se regocijan en sus miserias. Que rezan a un Dios que ven representado en dos palos que se cruzan, y otros etcéteras. Que montan guerras más o menos santas por un quítame tú de ahí… esas pajas. Las de un establo cualquiera donde un niño mira a las estrellas y sueña. En fin dejemos la supersimetría para otro día, o para ninguno. Y pensemos que Dios está al final de la última puerta, como el niño caprichoso que es… como ese viejo resabiado y descreído que pasa ya de todo… y más de unos seres inconstantes, envidiosos y vengativos.