En Navidad los católicos más... recalcitrantes, en
general, los cristianos, celebran el Nacimiento del Hijo de Dios, y lo demás es
un sinsentido. No me puede venir un curita guay de aquí o de allí, a decirme
aquello tan manido de que la Navidad es un periodo que se abre para la
reflexión del hombre. ¡Menuda gilipollez!. Porque si uno tiene que reflexionar
en Navidad sobre La Igualdad de las causas y la sociedad en la que le toca
vivir; La Hermandad, (sí... con mayúsculas, ¿vale?) que nos debería guiar como verdaderos entes humanistas sin
necesitar de que celebremos el cumpleaños de un “semidios”… si la Navidad es un
tiempo para recapacitar sobre hacia donde queremos marchar en el conocimiento
antiguo y profundo de lo que representa La genuina Libertad, y aquello que
hacemos de nuestra Conciencia… algo hay que hacerse mirar. Porque la Navidad,
fuera de ser una celebración de los católicos practicantes, debería ser un
tiempo de indiscutible alegría, (y luego lo "explico") en lugar de ser un auténtico coñazo aparte de
un engorro. Y, francamente, no voy a objetar ni a cavilar el origen que
tienen en común estos fastos/feriae con el “arcano” rito de Saturnalia que
empezaba el 17 de diciembre. La verdadera nomenclatura para un auténtico masón
debería de ser el que el 25 de diciembre la “Ley Vieja” nos cuenta del Triunfo
del Sol Invictis. La Gnosis del Solsticio del Invierno. La verdad pura
astronómica. El Festival de la Cosecha en honor a Saturno dios de la
abundancia. Y todo tiene sentido si se repiensa en el 25 de diciembre como el
día del lectisternium, el fenomenal banquete en el Templo de Saturno. Donde al
grito de… io, Saturnalia, nace un Niño Sol. Pero, me temo, que en los banquetes
modernos sólo hay sitio para una tristeza propia del olvido del hombre, y del
oscurantismo en que siglos de rancio catolicismo hipócrita han sumido a los pueblos en
esas creencias que han llevado a éste presente de paganismo concelebrado. Y así
es como se ha hecho de la Navidad un tiempo para que aquellos que no se tragan
se junten, y firmen un breve “armisticio” de 24 horas, o nos hagamos obsequios
que muchas veces no son más que un puto convencionalismo social que nos jode el
presupuesto familiar. Un servidor siempre ha sabido que representa “la
Navidad”, y como celebrar “su Secreto”, en paz. Mas… he participado, y aun lo
hago, del paripé “social”… gritando a mi modo hermético el viejo bramido más
pagano que nunca: ¡Yo... io, Saturnalia!. Que los dones de la Naturaleza, el
Universo, y el Hombre, se repartan igual para todos.
Las nomenclaturas masónicas no guardan secretos
indescifrables de la VIRTUS UTEM. S.A.P.I.E.N.T.I.A. no es hermética con la
Virtud Máxima. La tristeza que trae la Navidad se asocia a lo que significa la
perdida de los seres queridos, y ese final de la inocencia que es comprender
que no hay unicornios rosas... ni abueletes barrigudos vestidos de payasos “mágicos” que nos traen la felicidad envuelta en cintas de
colores. Los católicos viven la Navidad proféticos e iluminados en el espíritu
más oscurantista del “semidios” que ha nacido el 25 de diciembre, y son
“felices”, y comen perdices… y centollas, y corderos pascuales asados… ¡Bien por ellos!. Para
un servidor, la Navidad no es ni triste ni alegre… desde muy niño aprendí a
entenderla, y “guardar y hacer guardar” su “Gran Secreto”: La felicidad de
participar del nacimiento del Niño Sol. Cuando el Viejo Sol muere, y nace el
presente. La oportunidad de crear. Mis padres masones me concibieron la noche
del 25 de diciembre, y me tengo que reír… pues ciertos “secretos” no desvelaré
aquí… shhhh… Y creo en Jesucristo… la perfecta analogía, del Niño Sol. La
perfecta equivalencia de la VIRTUS UTEM más inspiradora. Cual La Virgen María
de las diosas de la abundancia clásicas. Las nomenclaturas masónicas jamás
destruirán al catolicismo, ni el Islam, ni ninguna de las religiones… forman
parte de aquello que somos en nuestro viaje como especie inteligente, y Gnosis.
Tanto como La Física, La Filosofía, La Química, Las Letras… o, Las Ciencias
Matemáticas. Incluso el ateismo consumista de éstas fiestas con su idolatría extrema es parte de una vieja nomenclatura masónica que daría su jugo y algunas
líneas explicar… Hagámonos una pregunta: ¿Dónde está la felicidad de la
Navidad?. Pues en La Conciencia de la Realidad Radical y en nuestro E.S.T.E. de
Libertad. La auténtica Verdad de La Libertad es alcanzar toda la realidad de la
Felicidad que está en nuestra humildad y amor a la humanidad. ¡Aprender a amar, vaya!, que no sabemos. Nos debemos al
conocimiento antiguo, y al nuevo. A los descubrimientos en favor de los hombres
libres y no los esclavos de una falsa independencia. Los que se quieran seguir
compadeciendo de la “tristeza” inherente a las “fiestas” del oscurantismo
religioso en que nos ha educado durante décadas y siglos el “bienpensante”
mundo judeocristiano occidental… están en su derecho de decir que Jesús no
nació un 25 de diciembre el año 0… o 1, o… -1, por ejemplo… ¡Nos ha jodido mayo!. ¡Toma,
claro!. Esa no es la cuestión. Mi felicidad es saber que el Niño Sol, nace cada
Navidad. ¿Comprendéis el “Secreto”?. TAF.