Dos treinta de la madrugada, martes. Escribo,
tecleo, ideo… concibo coherentemente un texto. Fruto quizás de una inteligencia
creadora, alimentada por energía biológica. Y soy un organismo complejo,
orgánico, nacido de otros organismos similares, evolucionados a partir del
carbono. Elemento básico de la química de la vida. Y creo en mil cosas pero
particularmente dos, la casualidad y la causalidad. Sin ellas, quizás no serían
las dos treinta de la madrugada, martes… de hecho… en grandes espacios del
planeta que habito no son ni esa hora ni ese día. Ni hay seres escribiendo
ahora mismo, quizás no sepan ni tal vez conozcan que es un ordenador portátil
algunos. Puede que haya en éste pequeño planeta azul humanos incapaces de
coordinar un mejunje de palabras conexo y ligado, quizás por tener daños
cerebrales graves, o desconocer la escritura… Pero carezcan en mayor o menor
medida de una comprensión exploratoria, siendo alimentados por la misma energía
biológica que me nutre a mí mismo, también son como un servidor organismos
complejos creados a partir de idénticos organismos humanos similares
evolucionados a partir de la química del carbono. No frutos espontáneos formados
de una nada sin sentido. No existe ninguna casualidad en ello, y si mucha
causalidad que aquellos que no creen si no en lo poco que ven sus ojos
escrutadores de presuntas realidades ficticias, contextos que deberían explorar
con sus mentes delicadas e ignorantes, delicadas e ignorantes repito. Y por si
a algún imbécil ateo o católico no les ha quedado claro del todo, pues tales
bestias de arreos y aperos frugales de conocimiento a los que desprecio por
igual no les ha quedado claro, repito… pues me parecen siameses intelectuales
de la misma barbarie. Las tinieblas de la superstición hecha vil misticismo, y el
ocultismo científico en tinieblas de gnosticismo, es la misma jodida cosa. Dos treinta de la madrugada, martes. Repito... tengo sueño... e insomnio.
El té, el café, los refrescos, y la cerveza
pueden parecen bebidas muy diferentes… pero como los propios seres humanos en sus "necedades", sean
ingenieros, médicos, albañiles, abogados o indios amazónicos totalmente
aislados de la civilización están formados prácticamente por agua en un
porcentaje usualmente masivo. Una obviedad físico-química. Tienen la misma
estructura genética… apenas muy diferente a la de un simio, incluso un plátano.
Y sin embargo unas mentes tan abismalmente vacías, tan extraordinariamente
infrautilizadas, apenas exploradas y, "alteradas"… "tratan"… de acometer diferencias entre
ellas. Creer que el derecho a conocer una parte ínfima y accesoria del puzzle
extraordinariamente grandioso del conocimiento universal, les hace seres
extraordinarios y superiores a muchos de sus congéneres, algo realmente
estúpido. Cuando un Leonardo DaVinci o un Aristóteles, siglos antes les
superaban ampliamente en el Pensamiento, la Inteligencia y Memoria de la
especie. Agua del pozo de la Sabiduría; las hojas del Té, los granos de Café
tostados, la malta de la Cerveza o los extractos diversos de los Refrescos son
ecuaciones, leyes, fórmulas, y etcéteras que por mucho que importen sobre pasta
de celulosa hecha papel de curriculum y titulación académica a nivel de las
profundidades de un océano cósmico no tienen el más mínimo valor enfrentados al
dilema de Humanidad con Letra Mayúscula. Es ante esa verdad demoledora de la vida cuando
enfrentando a ateos con creyentes, idealistas con deterministas, soñadores
contra positivistas, o pacifistas y violentos… o, todos contra todos… que,
concluyo… que té, café, colas o cerveza es la misma sustancia, y que el hombre
es un ser realmente poco valioso. Muy poco Ente entre seres inferiores erguidos apenas hace nada de un gateo de primates semiarbolícolas cual mamíferos oportunistas. Dignos de la misma extinción que los
dinosaurios. Y unos dinosaurios, en si mismos.