Ay, el silencio. Mi añorado silencio estelar.
Ese aleteo de ángeles, esa negrura de parsimonia mientras la vida se cuece a
fuego lento, mientras los “seres racionales” sólo ven el racionalismo de los
incomprensibles. Y guerrean letras de espanto vacío sobre papel, negro sobre
blanco, y se pierden en la comprensión oral de otros mundos oníricos. ¿Cuál es
la verdad?. ¿Buscáis ésta, o sólo una realidad que os de La Paz?. En El
Silencio de La Realidad Radical, ya no me quedan dragones que matar, armadura
que portar ni príncipes cien veces malditos que convencer. Reconozco la
exactitud de los segmentos y camino del primer y último paralelo de la
autenticidad absoluta. Soy parte de La Mente de Dios Constructor y Arquitecto
del Universo, cual una jodida p-brana sobre más de miles de millones de ellas,
en un espanto de moléculas que se agitan calientes en una infinita sopa de
vida y muerte global. En eterno recomenzar, en sempiterna inmortalidad. El
hablar y hablar es para los necios, para los charlatanes, para aquellos que aun
tengan algo que decir, convencer, o contar… Hundámonos en el silencio, de a
poquitos. Escribamos lo que nuestros dedos nos lleven a decir, y bebamos para
no dejar las circunvalaciones del cerebro secas, no las lenguas desolladas ya
de agonizar en pobres palabras olvidadas. El Silencio del tiempo del azar no
parece haber llegado, y el del no azar se fusiona en una afonía de rueda
kármica. La elipsis de cada día atormenta mi espíritu en éste mismo instante… y
no puedo hacer nada. Es frustrante. Hay que seguir caminando bajo la tormenta
me temo, y esa es mi circunstancia no otra. Y el Sol brilla para todos los
demás. Para aquellos que hablan y hablan sin control y sin filtrar en sus
sesos lo negro de lo blanco, el bien del mal, el daño… y el bálsamo. Hablar es
fácil, lo difícil es escuchar gritar a la Gran Humanidad.
La clave de vivir, y de la vida, no es la
búsqueda de la felicidad, ni del conocimiento, ni del amor… ni de encontrar a
Dios en cualquiera de sus formas imaginadas e imaginables; el compendio total
de lo que significa la existencia, es percibir, intuir que somos parte de algo
más complejo que simples partículas elementales reunidas, protones… átomos,
moléculas, células, piel, huesos, visión, memoria… y etcéteras que hayamos
construido con nuestra inteligencia colectiva de colmena humana. En El Silencio
está La Última Frontera. Puedes mostrar a la raza humana la genuina verdad a
pleno sol, en pleno día… que si no quieren vislumbrar la auténtica realidad de
lo que es, no lo verán… Atenderán únicamente su “conformidad”. Protegerán a cal
y canto su miserable “propiedad”. El fruto de sus razones, la podredumbre de su
derivación… las desdichas de sus tendencias “humanas”. Morirán por su Dios, por
su “orgullo”, su país, sus “líderes de mierda” y sus ideologías vacías. Buscando
justicia, reclamando Libertad, exigiendo Soberanía. Para siempre esclavos de
sus inmoralidades. La Libertad está dentro de cada uno de nosotros, y ninguna
cadena me hace esclavo, sólo son reos de ésta ilusión… aquellos que hablan y
hablan de la libertad. Sólo son infelices aquellos que se empecinan en serlo.
El Silencio es lo más valioso que existe, dentro de él somos inmortales… Shhhh,
no se lo digáis a nadie. En el
centro del laberinto está la felicidad, final del sentido de la vida. La
apostasía que la rodea es más que compleja. La negación de la verdad continúa.
La falsa lucha del bien contra el mal, guerras eternizándose por la supremacía
de unos contra otros. Por oscuros objetos de deseo. La religión, es una
sustancia hipada, anhelada de poder. La ciencia también. El arte. Las pasiones
matan en nombre de tales objetos de ansia y culto. Y el Libre Albedrío encaja y
desencaja en el puzzle según cada autor, pastor, pensador, ocultista,
oscurantista o iluminado. Con Dios o el Diablo. Con paz o con violencia. Con fe
o con ignorancia. Como he leído en Facebook practiquemos el texto salvaje hasta
alcanzar el sarcasmo. La Materia Oscura es El Hijo, la Energía Oscura El Padre,
y la ciencia que conocemos El Espíritu Santo que nos tiene a todos preñados
como preñó a la propia Virgen María. ¡Por qué somos la virgen, abogada del diablo!.