Duermevela de un esclavo

Duermevela de un esclavo

La masonería blanca (Final: Nosotros)


Habéis visto la película El club de la lucha… el protagonista no tiene nombre, sólo es otro jodido comprador compulsivo, como cualquiera de nosotros. El superhombre de Nietzsche tiene mucho que ver con ello, con las tres etapas que llevan a La masonería blanca y el desapego material hasta alcanzar La Realidad Radical. Y la espiritualidad del Hombre Ente. En primer lugar está la obediencia ciega en la realidad ilusoria de una sociedad enajenante. El ser humano común está “sólidamente” encerrado en esa burbuja. Atrapado entre facturas y miles de lazos falsamente fraternos y familiares que deshacer… que prácticamente nunca, conseguirá fragmentar, para ver tan siquiera un poco de mínimamente… la luz de la verdad. Esa carga absolutamente involuntaria del hombre sin cuestionarse ninguno de sus valores ideológicos o creencias religiosas es lo que le convierte en un animal más del Planeta Tierra, aunque se crea en el fondo, un "brillante" primate superior e inteligente. La masonería negra, más allá de la puerta del Templo Rojo lleva al iniciado a un estado de preguntas y preguntas sin respuesta. Donde el SuperYo que está dentro de todos nosotros tiene que romper las reglas. Emprender esa inevitable y profunda Gran Transformación. Convertirnos de corderos a lobos, de inocentes y huidizas gacelas, en sanguinarios leones. El depredador deja las reglas aun lado y se rige por sus instintos primarios y viscerales. El depredador hombre tendrá que hacer todo lo preciso para seguir su camino, y hacer la obra del Dios Constructor Arquitecto del Mundo. Para salvar a la Humanidad en Mayúsculas aunque ello atente contra su propia moral y dogmas místicos alguna que otra vez. Cuestionemos siempre nuestro puto “vacío” existencial. Superémonos orgullosos.
El final inevitablemente es la transformación de Ser Humano en Ente Humano. Atravesando ese páramo infinito del Templo-Infierno Azul donde espera La Masonería Blanca, El Grado Supremo, La Realidad Radical… más allá de todos los consentidos de la vida, digamos entre comillas… “normal”… Cuando ya hemos superado todos nuestros “supremos” valores y echado por fin abajo nuestros inicuos reconocimientos, llega el discernimiento y la intensa comprensión de la magna obra divina. Cuando se reconstruye todo de vuelta, con la forma precisa e imperecedera. Esos malditos “valores” preestablecidos por la cuna y la educación no importan nada. Hay que dar alguna vez la espalda al creador, para ver la grandeza de todo el Universo en su conjunto, y alabar su obra. Nuestro camino es lo sustancial, ver las necesidades y las oportunidades, hacer, enseñar, multiplicar, reír… el destino, es un asiento donde pararse al cabo de tantas cosas, y descansar. Las personas trabajan de sol a sol para pagar la renta de sus casas, comprar un automóvil, comer… queman dinero comprando ropa a la moda y viajes de ensueño… ¿Las cosas materiales os definen?. ¿Hay que trabajar para alcanzar las cosas materiales que nos definen como hombres?. ¿Si tenemos un trabajo, una casa, un automóvil, familia e hijos, seremos seres humanos completos?. El vacío nunca se llena… siempre las personas querrán más. Y hasta las personas más adineradas, curiosamente nunca tienen la felicidad… La razón es simple: Los hombres son esclavos de sus recursos intelectuales y sus fortunas materiales. Por ello, el Superhombre de Nietzsche cual el Ser Humano corriente tiene que descartarse de si mismo. Multiplicar su sencillez. No buscar lo que conocemos bien si no descubrir nuestra Arcadia. No paraísos ajenos. Donde sin identidad somos peones del sistema. Y en el Infierno-Templo Azul no hay sistema, pirámide opaca propia, únicamente… superación de ese abismo que nos separa de ser Nosotros.