No gritemos aún. Esperemos. No tengamos miedo.
La vida es un sueño. Una pirámide. Unos abajo, demasiados… sostienen a uno sólo
en la punta… Se llama Sistema. Pero se puede elegir… se puede elegir no ser
pirámide, se puede elegir otra cosa… Ser observador. Sin gritar. Apuntado por
el dedo acusador de la mayoría… De los de arriba… que es un burdo y estúpido
fin en sí mismo. Mas, más simple e infinitamente más propio de absolutos
majaderos es ver al sostén del sistema, de la “pirámide” social, verles
señalarte. Pero sabéis, tampoco importa demasiado… Ni el bien ni el mal ni el
ser ni el ente, ni la humanidad en minúscula, y… La Humanidad en círculo global
universal… Pues el Universo es finitamente infinito. Dios Constructor de si
mismo, en si mismo. Con sus leyes y antileyes, materias y antimaterias…
físicas, y metafísicas. Claro que, algunas veces vivir en un mundo de pelotas
de ping pong hace fascinante especular sobre mundos de pelotas de tenis, y de
fútbol, y de baloncesto… e incluso, balones medicinales. No gritemos aún. Somos
pequeñas estampas de humanidades pretéritas, de universos que quizás
desaparecieron antes del nuestro… tal vez, sólo la reacción de una gran y
reactivada miles de veces neurona espejo en el cerebro de Dios. ¿Entonces, qué
significaría estar de observador o no, base o no… en el sostenimiento de la
pirámide?. Ser un picazanjas, o un robot de oficina elevado a la categoría de
“sacerdote” por el hecho de tener el mando a distancia del aire acondicionado. La ventaja
no es una Conciencia Superior, un gnosticismo genuino, quizás sólo sea el
transcribir sin miedo la vida… éste modelo a escala donde se puede ser Hombre,
Dios, Ser, o… Ente. Y todo a la vez. Donde aquellos que no gritan, es porque
aún no conocen el vértigo. Y nacen y mueren en la sempiterna pirámide de la
vida.
Hace tiempo que elegí no ser base ni altura del
Sistema. Elegí otra cosa. Ver el mundo tal cual es. Finitamente infinito. Todo
materia, todo energía, todo caos ordenado cabalmente, y “cabalmente”,
desconocido. Pues aquello que unos dicen conocer, simplemente… lo desconocen;
lo que dicen ordenar… estrictamente lo desreglamentan… y lo que dicen crear, naturalmente…
lo aniquilan. Como entes civilizadores de una sociedad sistémica de
constructores de pelotas de ping pong. Y no hay mucho más que decir. Gritar ya,
es completa y definitivamente igual. Cual viejos hippies de los primeros
setenta pintados de colores y con flores en el pelo alborotado apenas rasgamos
con los ojos fijos en el horizonte puestos de LSD el albor de una verdad
esquiva y ladina. Una ciencia de magia blanca entre filamentos de oscurantismo
supersticioso de magia negra. Un ejemplo absurdo: Dicen que un déjà vu subordinado a la “muy” seria exploración
psicológica y neurofisiológica no es en sí un acto de precognición
sino más bien una anomalía de la memoria: La alteración de que una experiencia determinada
está siendo perpetuada. Algo que corrobora el hecho de que en la mayoría de los
casos la sensación del recuerdo en el momento es dinámica. Éste es perfecto “paradigma”,
de un cosmos complejo explicado por científicos creadores de leyes universales
con pelotas ping pong. Y contra ello, me desplazo indistinta e indiferentemente
desde mi posición de observador de la pirámide sistémica, hasta su base… por la
altura… y reboto en el maldito cenit de la endogamia Ente humana. Entre la
norma, y la tradición… sin miedo. Pues no hay respuestas en ningún punto de
vista, ningún apoyo… Sólo, giros copernicanos de medievo S. XXI. Y es curioso,
me han llamado muchas cosas en mi vida: Desde vago a criminal, desde mal parido
a cabrón… pero sólo un insulto me ha molestado en mi vida… que me llamaran
Sofista… y precisamente… una “sofista”. Lo jodido, es que fuera de la Realidad
Radical, éste mundo de espejismos de ping pong, es una tergiversación de
apariencias. Puro sofismo.