Duermevela de un esclavo

Duermevela de un esclavo

Desmedido “buen rollo”.


No hace mucho que me enterado que mi familia ha abierto un grupo de WhatsApp para que los primos, los cuñados, el sobrinaje y demás etcéteras… los nuevos, y los viejos miembros del “clan” estemos al tanto de los eventos consabidos. ¡Lo qué me faltaba!. Años y años pasando de mi linaje de tarugos y gilipollas a los que no quiero ni ver en pintura, y ahora me quieren socializar. A mí, al “perro” sociópata rojo y cabronazo. No tengo el coño “pa’ fiestas”. Y me ha costado decir que no… En lugar de decirles a la parroquia lo que me apetecía soltarles… es decir: Iros todos a tomar por el puto culo, hijos de puta… fui, políticamente correcto, es decir… otra vez… ¡Vamos!, vine a concretarles: Nada, nenes… que tengo un “Motorola” del año de la Tana… que no coge “eso”. Y oye, que no había manera. Que si cambia de móvil, que yo te doy puntos… que si tengo un amigo… ¡Qué empeño!. Además me empeciné en negar la mayor, y decir por activa y por pasiva que ignoraba que coño era esa mierda del “guasapo”… pues nada, ¡no hubo manera!. Se empeñaron en contármelo. Pero no una vez. Cada vez uno distinto. Con las mejores intenciones. Unos, echados al monte directo del tecnicismo sin ambages, ni andamiajes. Otros, en modo sencillo, que era muy de agradecer… Y los hubo que utilizaron sin inmutarse el manual de WhatsApp for dummies. Para “tontos”, pero de siempre. Y que no me entraba… mientras me preguntaba, por que ese empeño en hacerme partícipe de los fallecimientos, bodas, bautizos y comuniones de mi casta y cuna, si jamás he asistido a nada de nada, y no quiero saber nada, de nadie. Además que eso de sacarse un jodido evento mensual-quedada de primos y nueva prosapia en plan cena en invierno, barbacoa en verano a dieciséis euros “a escote” con piñata me sonó a estamos todos muy, pero que muy tontos.
Y yo ya no tengo edad para aguantar pollabobas. ¡Qué los aguante Rita La Cantaora!. Me he comido mucha mierda para acabar fagocitado en ella. Pero eso me pasa por ir a votar a mi viejo barrio madrileño de facherío incombustible, y encontrarme a mi hermana de interventora para el Partido Popular, y a mi mejor amigo de la Infancia… de toda la vida… aquel que las pasó canutas a mi lado en Bosnia hecho todo un medianero socialista… el que siempre renegó de lo “obrero” del PSOE… Era más bien de joven: Lebrero, librero, y… “pelambrero”… ahora, calvo y gordo. ¡Bueno!... tripa, hemos criado todos, pero soy el único con pelo, (y coleta) a mis cincuenta y tres… Yeaaaah!. Unos, se quedaron de porteros a lo Iker en la Entrada de un rancio templo masón… otros volamos aun las puertas del Infierno Azul… cada día. Unos sirven canapés para distinguir “aun” el hambre de los espíritus con ansias de conocimientos, y otros enseñamos el camino de las “sombras”, a los osados. De modo que entre aquellos en el oscurantismo, y los que se protegen del Sol, no tengo dudas… ¡Ninguna!... Claro que esa… es otra historia. Sin grupo de WhatsApp. Más lo malo de mezclar familia de churras con merinas, es que al final todo acaba en una merienda de negros. Con Hutus, Kwangalis, Zulús… y hasta algún coronel afrikaner podemita que pasaba por allí. Y es que uno ya está autoexiliado de demasiadas cosas: Discutir para nada, tratar de mostrar verdades que no se quieren ver, enseñar que las cosas son como son, y que no son lo que no son… En fin, lo que quiero decir con todo esto es pura y simplemente, que es ya la hora de volver a retirarme a mis cuarteles de invierno. Tanto pensamiento suelto, tanto indagar lo que no quiero ni ver… tanto mostrarme un universo que no es real, sólo… aparentemente real… me asfixia. Desmedido “buen rollo”.