Hubo un tiempo en el que simplemente… corría,
no hacia running. Ni jamás he sido un runner ni he jamado “almóndigas”. Lo mío ha
sido siempre la carrera pedestre campo a través. El ritmo chabacano y
guerrillero de zapatilla primero, y bota que domar, más tarde. Me pilló tarde
la happy hour, y me pilla ya demasiado acabado y viejuno el afterwork de gin
tonics con filigranas de limón de una España demasiado agilipollada. Ayer leí: ¿En qué momento comenzamos a llamar a los
leotardos… “leggings”?... y me pregunté lo mismo: ¿Cuándo volvieron a
estar de moda los leotardos?. Y los batidos se hicieron smoothies. Yo que siempre renegué
de llamar corner al saque de esquina e incluso, de llamar encriptación al
termino perfectamente clásico que se denomina cifrado. Y ni idea si un
entrepreneur me tiene en su networking… servidor es de albóndigas, y de “batidos”
sin la offside rule que distingue empresarios y camaradas en el terreno de
juego de la vida. Me hago una idea de que para una sociedad de figuración en
crisis siempre es más cool montarse un outlet online que ir de saldos a
Galerías Preciados donde compraban sus abuelas, y un domingo abrió Franco al
Che Guevara de visita por un oscuro Madrid de blancos y negros. Quien no tiene
a día de hoy un jodido coach, (entrenador) para aprender a comportarse en sociedad, escribe
un post en el blog… ¡culpable!... o se ha preguntado alguna vez eso de: About
us/me. (Quien soy/quienes somos) La brainstorming, (Tormenta de ideas) está
servida. La patada al diccionario y hat trick en un derbi. Y desde los pasos
por los boxes hasta la foto finish. Y es que vivimos tiempos de bullying e
influencers… el matonismo social a cualquier escala de toda la vida. De ahora y
de todos los siempres.
Pero, hubo un tiempo en el que simplemente…
corría, por salvar mi pellejo, por Dios y por España, por loor a un juego
ingles y hermoso, por… huir de ésta feedback cotidiana. Retroalimentación de
una realidad ilusoria compleja y dura. Ahora soy “blogger” y no lo siento…
entonces era “coach”, matarife casi, casi, freelance… o una, call to action in
offline y ni pajolera idea. O que el lema que desconocíamos en inglés era algo
así como: My life, my rules. (Mi vida, mis reglas) Comíamos la carne con
patatas en el 65 de South Clerk street a un
tiro de piedra de St. Leonard’s, y aquello eran mis putas vacaciones. Hoy los
decibelios del nivel de tontuna patrio me supera. El coeficiente spanish-retarder
de mis conciudadanos. Y lo que es peor aun, me importa un pimiento si el
personal es tonto de capirote, se lo hacen… o son unos grandísimos hijos de
puta. Siempre creí en la educación como la espina dorsal del conocimiento y el
cultivo de la mente, y en las nuevas generaciones que habrían de venir como esa
sabia nueva que salvaría al mundo de su propia y andrajosa estupidez, mas me
equivocaba. Las nuevas generaciones son una gran bolsa de basura intelectual.
Donde se aprende por obligación de saber leer y escribir y las cuatro reglas y
poco más. El inglés se tararea en Primero de Reality; no se sale de un redil
ganadero donde hay hasta tablajeros docentes que priman las letras sobre las
matemáticas y la religión sobre la física. Una física de los setenta sin sonido
Motown. Historia de las religiones, ética, estudiar… Educación para la Ciudadanía… cuando la televisión marca a los jóvenes los grandes modelos del
triunfo sobre la razón: Belenes Esteban, putos políticos corruptos, actores
endiosados, cantantes adolescentes semiidiotizados de “merchandising”… y, poco
más. Amosnomejodas.