Por donde comenzar a escribir las hojas en
blanco del Libro Blanco de la Masonería, quizás por decir que tal libro no
existe realmente y es una parábola de lo que realmente es la Conciencia y la
auténtica comprensión de lo que significa La Realidad Radical… eso sería una
respuesta “ilusoria”, el libro está ahí… es tan real como tú y yo. Quien golpea
la tecla en la soledad de agua clara embotellada de una madrugada, y tú, que
lees ahora lo que queda escrito. Algunas cosas pasan desapercibidas en medio
del gentío, de la vida que se mueve confusamente o no a nuestro alrededor,
entre los sonidos del mundo y el grito de luz del sol en lo alto. En la
hipérbole sobre la grupa de la galaxia de una estrella solitaria,
aparentemente. El poder telúrico de los seres humanos crea vínculos, ataduras artificialmente
indescifrables que nos atan en Hermandad Universal. Donde la filosofía en
grotesca traza natural observa individualidad y singularidad, el Cosmos-Caos
trae pluralidad: Complejidad, diversidad… una potente “nación” en Igualdad de
multiplicidad y variabilidad matemática casi infinita e incontrolable. La
supremacía de los hombres romos es, su preponderancia, el vestigio ancestral y
oscurantista de su presunta preeminencia es la condena de la destrucción de
ésta civilización sin ningún porvenir, y únicamente aquellos que no lo ven
venir creen en el futuro de una libertad con cadenas, de una “independencia”
falsa con sucesivas continuaciones de mil y una mentiras que no liberan La
Verdad sólo la envuelven en el oropel presuntamente mágico de una farsa de
emancipación tanto global cual, lo que es “perdurablemente” peor… “individual”
del hombre. La Libertad legítima, es El Libre Albedrío del Ente Humano elevado
a la Gran Categoría de Maestro de su Propio Destino. Sin sed de conocimientos,
creamos en aquello que creamos: Dioses diversos, ciencias distintas, ámbitos
culturales, lo que sea… simplemente somos mariotas manejadas por los vientos de
verdades aparentes, sean éstas otros protohombres, sacerdocios “humanos”… o,
mentiras de “poder”…
El Libro Blanco de la Masonería no tiene todas
sus páginas en “blanco”, hay demasiadas escritas en tinta impalpable al ojo
inexperto que escruta sin haber experimentado la disciplina correspondiente... las
maravillas que tiene ante él. No hay que enfrentarse aquí a “presuntas”
entelequias “místicas” de seres tácitamente superiores. El peor enemigo del
Ente Humano es su propia naturaleza de Ser Humano. Estamos inquebrantablemente
en una prueba constante de nuestra pureza personal ante un espejo que nos
refleja a nosotros mismos sin mácula ni vicios de humanidad pervertida. Todos
sometidos a la orden y pauta de una sempiterna perfección interior. Maestros,
compañeros, aprendices. Sin distingos. Sí, he dicho que nuestro mayor enemigo
somos nosotros mismos… pero, no el único. Los enemigos se multiplican y vienen
con regalos. ¿Cómo distinguiréis el bien del mal?. ¿La luz de la oscuridad?.
¿El oscurantismo del ocultismo?. ¿El hermetismo de la mentira?. ¿La verdad de
la ilusión?. Un ejemplo de plena actualidad que me abre las carnes en canal. La
ONU supedita la ayuda humanitaria a Siria como contraprestación al final de las
hostilidades. Alega motivos de seguridad. ¿Seguridad?. No lo entendéis…
¿Seguridad?. 400.000 muertos después… ¡Seguridad!. El Libro Blanco de la
Masonería habla de La Libertad que los propios hermanos con sus mandiles
impolutos no respetan enclaustrados en ceremonias vanas, y viejos grados que
pierden su sentido respetable, antiguo, aceptado… y ya “ilusoriamente” ritual. ¿Libertad?.
¡Ninguna Fraternidad, cuándo la ayuda no llega porque el “valor” de tomar
decisiones difíciles no nos alcanza!. Si sólo buscáis respuestas fáciles con
emociones cuan sin disciplina, os encontraréis igual de perdidos. En el marasmo
de una humanidad diminuta. ¿Y entonces, qué importancia tiene El Temple en
Tierra Santa, La Herejía Cátara, la búsqueda o la existencia o no existencia de
reliquias “sagradas”… lo qué se guarda y protege, y todos sus etcéteras?.
¡Nada!... nada importa. ¿Quiénes somos entonces?. El Libro Blanco no os da la
respuesta, cuestiona vuestra frágil moral, vuestra quebradiza ética. Ni
siquiera un “venerable” maestro de grado 33 está libre de la perversión de su
“miserable” grandeza.