Me sorprende que aun quede tanta gente que crea
en tantas gilipolleces. En que una virgen o un cristo determinado es milagroso…
les dices lo del efecto placebo y se quedan estupefactos. Me sorprende que aun
quede personal que piense que un gobierno del PP es peor que un gobierno del
PSOE, y viceversa… incluso que el derecho al voto en una democracia
parlamentaria como es la nuestra, hace de España un país democrático. Y aun hay
retrasados mentales que tachan a los Estados Unidos de América de ser poco
menos que un imperio del mal cuando son el perfecto, o cuasi perfecto ejemplo
de una república presidencialista y federal… con muchos defectos bien es
cierto, pero está claro que hay demasiados españoles que ven la paja en el ojo
ajeno y no ven la viga en el propio. Tal vez por ello mismo haya tanto cabestro
que llama a la tauromaquia hecho cultural, cual tanto iluminado que define a
empotrar a lo vivo una de nitrógeno líquido en lo que te vas a comer como
gastronomía. Lo que sobran son idiotas. Porque pocos ateos conozco que te sepan
definir como se pasó en los albores de la vida de materia subatómica preanimada
a animada, ni constitucionalistas de toda la vida que me sepan razonar porque ésta
España liberal no puede elegir a su Jefe de Estado, o izquierdistas que me
concluyan porque los EE.UU. blancos de América son menos democráticos que
nosotros mismos. Cuando algunos para defender la libertad de expresión
defienden su derecho a ver el asesinato con alevosía de unos animales
encerrados en una plaza de toros junto a unos serial killers llamados toreros,
y otros reducen la vieja idea e ideario de la liberación de la mujer al tamaño
de la ropa que tapa el cuerpo de la hembra en tiempo de baños en lugar de esa
minucia de a igual trabajo igual pago, o la conciliación laboral… algo no
funciona. Tal vez porque un Estado “Democrático” con tantas décadas escritas en
cal viva, de inclinación unilateral y “orgánica”, tan falsamente patriótico, de
imaginería religiosa capista y de peineta, tacón y chirla… huele que apesta.
Conozco demasiados gays que son de todo menos
sensibles y refinados y más bien son todo lo contrario unos hijos de puta de
tomo y lomo. Y a muchos militares y futbolistas demasiado cultos e
inteligentes… ¡vamos!, que superan ampliamente la media de la estupidez
nacional pero con mucho, algunos aparte de su carrera como buenos peloteros y
oficiales del ejército son médicos, abogados, matemáticos, físicos, etcétera…
mientras en muchos bares de copas en mis tiempos mozos conocí y aun seguro que
hay demasiados soplapollas que presumen de licenciaturas en izquierdismo
borracho y vocinglero que no tienen ni echada la beca para cursar primero de la
carrera del galgo. Pues eso… que sobran tocasitares y golpeabongós. He conocido a tantos que
terminan poetas, y escritores de vía estrecha. Algunos, seguro… quizás más de
media docena larga… y cuando “alguno” de esos garrulos por escribir o poetizar
me ha insinuado si soy rapsoda por unas rimas de aquí o allá, me entran unas
ganas de soltarlos un par de hostias que no me aguanto. Una de esas cosas
buenas que tenía el medievo es que un caballero podía llevar espada al cinto y
ensartar gañanes cuando estos se ponían en pesado provenzal a tocar los
cojones, ahora que hay gañanes que se disfrazan de señores con un traje de El
Corte Inglés y una puta corbata de medio pelo... la libertad está prostituida. Las libertades:
Libertad de prensa, libertad de culto, libertad de pensamiento. Cualquier
imbécil tiene la libertad muy democrática de poner un inodoro en un museo entre
el Guernica de Picasso, y un Matisse y llamar arte a su idiotez. Los poderes
económicos han comprado la libertad de la prensa, pero no le digas a un
periodista de esos medios sobornados por el poder fiduciario que no es libre… que
lo mismo te espeta aquello de que el corrió delante de los grises en los
tiempos de la dictadura… ¡Claro!, como ahora corre detrás de una dorada
jubilación con spa y piscina. Ay, España, qué gran mentira por tus venas.