Duermevela de un esclavo

Duermevela de un esclavo

El Libro Blanco de la Masonería (Parte nueve: El juego de la vida)


El Juego de la vida del matemático John Conway para muchos sólo es un desafío de programación. Para mí, es filosofía física de cómo actuaría un Dios Constructor del Universo con la raza humana y su desafío a La Voluntad. Donde todo empezó con automatismos celulares y ahora se expresa en preguntas retóricas del ciencia complejas y hasta cierto grado, “irresolubles”. No es cuestión de que el “Arquitecto” juegue con cero jugadores en la mente del Ente Hombre, en su propia mente seguramente hay un infinito número de combinaciones que ningún “algoritmo filosófico humano”, puede acabar de entender”, “sempiternos ciclos de computación humanística”… La variedad de patrones humanos de La Voluntad seguro que desafían la dictadura de la razón lógica; La Mente, La Memoria, El Pensamiento de nuestra Conciencia ha evolucionado para desde una matriz inicial sin datos desenvolverse en la imperecedera malla ajedrezada de la existencia como un estado de unidades de tiempo que ocupar y crear. Algo que hacer crecer en modo de vida y perpetuación de una Inteligencia que se pregunta el porque de lo que somos realmente. Ahí está La Realidad Radical tantas veces buscada con ahínco. En transiciones en todas las direcciones buscando la verdad en “infinitas celdas” de verdades aparentes que profesamos como la vida “real”. Entendemos cual algo “cierto”, un “engañoso” esparcimiento en un tablero sin contendientes donde la vida se enciende y apaga continuamente. Escudriñamos el tiempo como una constante de oscilación estática y balanceo medible, cuando tiene tanto de coordenada fija y estricta. La voluntad juega con el hombre un particular juego de la vida que sólo es obra, o mejor dicho… consecuencia de la evolución sin retroceso de un Universo hiperdimensionado. Como en el Juego de la vida de Conway no deberíamos entender la dinámica de cómo funciona el “juego” para hablar y comunicarnos con “Dios” si no más bien, aceptar que esas “transiciones científicas” que nos llevan hasta él únicamente son turnos de implementación de avance con prueba y error de nuestra propia supervivencia como inteligencias que escrutan éste vacío de un Todo que nos obsesiona sin límites ni limitaciones. 
Existen tantos tipos de personas. Los oscurantistas que no precisan una Gran Respuesta y sólo precisan creer en un Dios ajustable a su simplicidad, y los que buscan la luz y precisamos encontrar sentido a ser una pieza en una casilla determinada en éste entrampado azar cósmico… Los turnos en el Universo del Gran Juego de la Vida en Mayúsculas quizás también hablen un idioma semejante de paradojas. Una extravagancia “científica” donde los casilleros muertos de inmortales mundos como es el nuestro agonizan en la “soledad” de creerse únicos, superpoblados… y entre un medievo de religiones absurdas y un futuro sin “respuestas” de enigmas que resolver. La Voluntad de ayudar del hombre protohumano es quebradiza, su voluntad de ser parte de la Humanidad; todos los jodidos días del tiempo la individualidad del ser humano acaba con su entidad. El hombre ha creado a lo largo de los siglos de enfrentamiento consigo mismo y con sus hermanos de infortunio “galáctico”… (esto último es broma) construcciones complejas con sus propias “puertas lógicas” que atravesar para encontrar respuestas aceptables. La pregunta es: ¿Dónde está el “motor de interrupción” qué apague a Dios de la ecuación en la existencia del hombre?. Mientras no comprendamos quienes somos como patrones que crecen indefinidamente por propia voluntad, Libre Albedrío mientras tiramos de nuestra Conciencia… seremos simples hojas que mueve el viento por azar casuístico… o, “objetos vivos” que maneja un “Constructor Universal” como pequeños bloques de espurio Lego de carne y hueso. Las variables de la mitología humana no me interesan demasiado. Ni las diversiones de la especie reinante y, supuestamente “pensante”… Los supuestos de endogamias ateas y sistémicas de “ideologías rancias”. El Ser Humano es patéticamente absurdo. Generador de replicas “humanísticas”, de refutaciones “matemáticas”. Creador “Supremo” de patentar nuevos usos a viejas maquinarias de “usar y tirar”. 2.0, 3.0… beta 4.2… No me interesa. El Dios Hombre juega el Juego de la vida con su avatar. Las variaciones de la creación son demasiado caóticas, casi desoladoramente “humanas”. Creer en El Arquitecto o no hacerlo, os lo dejo a La Voluntad, hermanos. Siempre podéis creer en la antojadiza presunción de la charlatanería de los sabios que en el mundo son referente.