La última y más importante lección que debe
cumplir un buen masón es aquella que se refiere al uso de la fuerza.
Administrar su impulso soberano, y con él, ese balance maldito entre la
soberbia, y la humildad. La Gran Gnosis, estar en contacto… bajo su influjo del
conocimiento te vuelve endiosadamente caprichoso, o dicho más adecuadamente, te
envuelve de una cierta arrogancia. Tan peligrosa como la falsa fidelidad a unos
ideales que te deben convertir en un ente humano totalmente obediente y
disciplinado en lo moral, justo, y siempre dispuesto a prestar tu ayuda a los
demás, cuando nadie hay dispuesto a hacerlo. El error más común de aquellos que
carecen de reglas y orden, de pautas de conducta adecuada y método, es
confundir El Libre Albedrío, el liberticidio, y La Libertad como la misma cosa…
y por ende complican los objetos y los “objetivos” más simples y los enmarañan
en sus “propios principios”… enredando y “oscureciendo” la verdadera Realidad
Radical; La Fuerza, (como hermoso modelo del desarrollo de las ideas) por la
violencia, la fortaleza, la energía… o, el fanatismo. La intimidación nunca es
La Fuerza del Ente Humano, es otro nivel, otra unidad… “humanista”. Son tantos
los hermanos que caen en los “pecados” de la impertinencia y la jactancia de
concebir simétricamente aquello que aun no ha desvelado su más intrincada
naturaleza; son tantos aquellos que he visto caer primero en la duda y luego en
su propia falta de compasión al llegar a la más absoluta inmoralidad por esos
caminos que acabo de señalar. Y todo por creer que el uso de La Fuerza es un
arma de dominio y no de compasión. Hay que sentir devoción por el Hombre y la
obra humana, y no irreverencia… y una “suerte” de estúpida apostasía por
aquello que en nuestro interior “frívolamente”, juzgamos como irrelevante. Si no
aprendemos los caminos a la Conciencia sin estar subordinados a unos mínimos
criterios y cánones en la permanente busca de La Verdad, caemos en las redes
que tiende la ignorancia, el atraso de aquellos que no tienen nada que aportar
con sus modelos éticos. Con sus ilusiones de poder. Con sus formas de entender la vida desde el lenguaje de la civilización “posteriorizada” y la metaeducación.
A los hombres no se les entrega La Libertad
absoluta porque no sabrían que hacer con ella, ni con La Fuerza de La
Conciencia desatada. Sí, ya sé… os consideráis libres, putos esclavos. Libres
para elegir entre cientos de canales de televisión que os controlan y miles de
soluciones versátiles en Internet para creeros que tenéis cientos de miles, tal vez
millones de posibilidades. Alguien os ha dicho que podéis llegar a ser lo que
queráis y os lo habéis creído. A menudo he oído hablar de conspiraciones, de
intrigas palaciegas, de tales tramas… de cábalas, de componendas, de pactos…
complots y maquinaciones. Cada uno de todos los seres humanos es el culpable de
ello por su inacción y su falta sistémica de compromiso “humanitario”. Por
emplear la violencia por La Fuerza, o la pasión por La Fuerza… o la exaltación
por La Fuerza… “Modelajes moralistas” de lo más simplón. Con esas “devociones”
y fervores a la necedad de la amoralidad es como empieza la corrupción. Así se
fermenta el género humano, entre la inconsecuencia de una sociedad enferma de
si misma. Donde la gente paradójicamente corriente vota para no tener que
elegir y se apropia la raíz extravagantemente democrática y sufre por ello la
intangible esclavitud de su propia ineptitud. Claro que no pasa nada. Mientras
en las repisas de los pasillos del supermercado tengan decenas de marcas rojas,
amarillas o blancas que comprar todo estará bien… Mientras en la televisión se
puede llorar con historias de amor, con historias de superación personal, con
historias para envenenar la sinrazón que a la “razón”… parece… no hay ningún
problema. Los niños crecen sanos y pastan en el corral estabulado de sus
papaitos que mugen felices y enchufadísimos. Sus mamás son “ordeñadas” a diario
por El Granjero. Sus papás son fileteados y se comen sus propias costillas en
Foster Hollywood, y no se enteran de la jodida misa la media. Las noticias nos
cuentan una verdad “feliz” donde brilla el Sol, hombres malos machistas matan
mujeres, hombres malos yihadistas y aun “más machistas” hacen la guerra, donde
tiene que haber gobierno sisíiii o sí… donde los balones giran y giran, donde
la policía atrapa a los malos, y de vez en cuando pasan tragedias humanitarias…
¡Qué penita más grande!. Y eso es todo. Lo siento, no es así. Sin conocimiento
no hay fuerza, hay la esclavitud que nos oculta la soberbia de la apariencia.
Cuando abres los ojos con humildad y reaccionas ves La Verdad… y eres libre… no
importa en que lugar te sitúen unos y otros, o… si mugiendo te llaman… o, te
ignoran.