Nunca he militado en ningún partido político ni
sindicato alguno, ni he hecho de mis ideas religión ni de mis encuentros entre
los hermanos un ejemplo de sectarismo. Creo entender bien que es la Justicia, y
hasta donde llega La Libertad. Y no soy un filósofo, mas tengo mis secretos
naturalmente, son precisos por la naturaleza del sendero que transito donde soy
guardián de mis profundos pozos de gnosis, y esclavo de sus puertas y poleas.
Los tesoros exegéticos que se almacenan. El archivo hermenéutico que no debe de
ser explicado de cualquier manera. Sé que alguien… quien sea, que lea esto no
lo entenderá… (puede que mejor que yo mismo…) pero el tiempo, es eterno. Las
sencillas y más elementales consideraciones personales son unidades de lastre
entre los seres más “eclesiásticos”, y por tanto miserables de por sí, impropias
de entes científicos… pero uno a veces ha tenido que soportar una curva de
aprendizaje complicada. Y sin paradigmas, no hay conocimiento que rechazar y un
cuerpo común donde unir a los hombres, con sus géneros y razas, pensamientos y
acciones, en la virtud y los valores comunes a su tolerancia y fraternidad. ¿Se
debe ritualizar en el presente los costos humanistas de La Libertad y La
Igualdad?. Es algo, que no tengo del todo claro. Al respecto soy pragmático
aunque no perfeccionista minucioso, como creo en que Dios existe para regular
la vida del Universo del Hombre, y no para cambiar los umbrales de fe en la
marcha de las sociedades y los pueblos que quieren libertarse de los yugos de
las religiones, sean éstas como sean… de base científica, matemática, o…
oscurantista. Aunque me es indiferente que alguien sea homosexual, bicéfalo,
socialista, católico, mediopensionista, liberal, musulmán, hebreo, yo no
comparto la obsesión de algunos hermanos poco heterodoxos que precisan que el
Ente humano jure sobre “textos sagrados”. Si me llaman iconoclasta por ello, yo
los llamo a ellos soplapollas. En estos tiempos Los Templos no tienen sentido.
Uno tiene que formarse por y para una misión de ayuda y salvaguardia de La
Verdad, no para defender verdades aparentes que se juzgan reales, cuando sólo
son ilusiones. Somos lo que somos. Y hay tantas fabulaciones de delirio para
convertir a los hombres en esclavos del propio hombre "caníbal".
La ignorancia a deformado sistemática y
sistémicamente a la sociedad hasta volverla estúpida y sumisa. Ha creado
monstruos, cavernas, portavoces del embuste, líderes de la obediencia ajena y
la sumisión pública, semidioses que pretenden reinar y gobernar en un poder
letal temporal y aparentemente omnímodo. Liberarse de esa cadena no es fácil,
ciertas “ideologías” precisan fabricar conspiraciones, un orden que sea
aceptable y aceptado, símbolos, programas, rituales, contraseñas, cuerpos… y,
oficios. Más tarde tenemos los miles de remedios eventuales y absolutamente
deleznables para ser parte de aquello que nunca formaremos como corporación
humana. La Inteligencia se compra con vehículos y televisores grandes que te
cagas, con móviles del copón bendito, neveras con Internet incorporado y
pijadas de todo tipo en 3D. La mente se diluye entre las redes sociales… útiles
si es para crear Conciencia Individual, si no es todo un juego de influjo y
repercusión a mayor gloria de círculos poco virtuosos. El Pensamiento debería ser
la oficina de trabajo, y el tablero de diseño de todos nuestros sueños… no
estar ocupado por malditas vaguedades donde el principio de autoridad no es el
que nos coarta sino nuestro más atávico miedo a ser genuinamente libres. En el
fondo casi todos los hombres y mujeres del mundo viven sin saberlo “subyugados”
bajo una vieja ética masona divergida y sin sentido. Especulativa, poco teórica
pero en una quimera de ilusión muy conveniente. Escrita sobre patronos
festivos, esos que honramos en la fiesta… del inverno, en la “festividad” de
verano. Trabajando “por y para” intereses que desconocemos. Los padres tratan
desde niños de inculcarnos la “virtud” por medio de los sentimentalismos del
deber… claro que el ejemplo que dan a sus hijos esos progenitores es otro. El de
la mentira que la sociedad humana hace de lo fingido, virtud. Se enseñan a los
hombres desde su más tierna infancia normas de tolerancia, creencias,
conocimientos determinados con su veneno de deformidad “científica”. El premio
de la esperanza, y el temor al castigo. En el fondo polos de Inquisición para
mandar al rincón de pensar donde no hay si no dolor sin sentido. Dios
Constructor del Universo está en la moral natural, en ayudar al bien común
desde arriba hasta abajo, siendo quien se sea. Entendiendo la diversidad como
complemento y no distancia. Admirando la armonía de la creación, no discutiendo
sobre el origen “divino” de la misma, o no. Entendiendo la necesidad de
progreso cual un incentivo “místico”.