Duermevela de un esclavo

Duermevela de un esclavo

El espíritu humano es negro


El espíritu humano es negro, pero eso no es lo peor. Lo peor es que siempre habrá vencedores y vencidos, y que los vencidos son la infantería de choque de los vencedores. Y los vencedores, nunca están en el campo de batalla, se esconden tras los muros jugando a ser dioses nunca Dios. Pues el espíritu humano aparte de negro es cobarde, soberbio de falsa humildad, revanchista en su esencia de permanente represalia. El Ser humano busca La Libertad, la anhela, pero progresa sin tregua en el indecoroso, en el obsceno oscurantismo de la servidumbre, de la sumisión y el vasallaje de la superstición por voluntad propia. Sin ser consciente de que somos entes antes que hombres, realidades poderosas de un impotente Universo único antes que cautivos sojuzgados por una artimaña ilusoria de poder irreal llamada sociedad… o, Iglesia, o sistema o régimen. El espíritu humano vive rendido a si mismo, derrotado por una verdad inconmensurable que asume como un mal necesario, incluso justo, y se autocastiga por ello. Niega su propia divinidad, asume su pobre humanidad. Alimenta a la bestia del fanatismo, lucha contra sus hermanos hasta el delirio más místico… juzga todas las malditas apariencias más tramposas y las asume como conformes, y ajustadas a derecho si fuera menester. El Hombre hace del pecado virtud, y de la virtud, Ley, y de La Ley, piedra angular de su propio descomedimiento a la realidad. Desacato al orden natural de un Todo, que prefiere ignorar convenientemente. Por ello, el espíritu humano es fuliginoso. Tiznado de negritud, sombras y, anonimatos. Por ello los vencedores son cobardes, los vencidos son su infantería de choque… y la gallardía muere joven. Por ello despreciables ancianos que jamás heredarán la tierra… dejan un mundo que agoniza a todos aquellos que son un futuro que recién nacido yace expirando.
La Esperanza está demasiado alejada de estos tiempos de zozobra moral. Se enseña la voluntad perfectamente obligada a toda una camada de perfectos cachorros de eternos perdedores... para ser otra remesa más de “carne para la picadora”. Argamasa humana para las paredes del sistema. Defensas de los vencedores de hoy, ayer y siempre. Religión y doctrina, “superstición” y magia… arte y política hacen completo el engaño del hombre. Despertamos libres, como un sueño, y apenas corremos las cortinas y abrimos las ventanas el día nos ciega con su luz, como la noche nos envolvió con su oscuridad; vivimos ciegos como topos horadando la tierra que no ven en su esplendor ni la claridad de la luna, y aun menos El Sol. Los vencedores adquirieron para todos nosotros a un Dios “bondadoso y compasivo” para creer en él… y luego nos dieron el ansia quimérica y “liberticida” de profesar su fe o no… Nos dieron principios “democráticos” y herramientas de soberanía taimada para juzgarnos todos iguales en obligaciones y derechos, pero su astucia nos la hicieron conceptuar parte de nuestra considerada agudeza en elegirles y la marrullería cual ese talento que procesan en prosperar. La Inteligencia la dejamos para hacerse emocional, y esclavitud… La Memoria, para hemerotecas de plenas desconfianzas hechas a imagen y semejanza de nuestra permanente estupidez, El Pensamiento… ¡A sí… eso!. El Pensamiento nos debería hacer entes, esencias mejoradas de todo el potencial que guardamos dentro, pero en lugar de ello nos hunde en una mediocridad pixelada de irreverencia. Apostasía de Humanidad. ¡Orgullo, honor, dignidad!... ¡Valientes mierdas… para, tantos mierdasecas!. Por ello, el espíritu del hombre es negro, deja tantas cosas pendientes, tantos proyectos inacabados; con lo fácil que es amar, ser humilde que no sumiso… ayudar a quien lo necesita, no favorecer al poder, y al arrojo de los más fuertes contra el débil.