En una cosa estoy de acuerdo con ese capullo con peluquín sarasa de
Donald Trump… estamos metidos en la Tercera Guerra Mundial. Muchos seguirán
inconscientes negando la mayor. Como toda esa gente que estaba de vacaciones en
la Costa Azul francesa y ahora se sentirán seguramente y de golpe, victimas de
ésta guerra que empezó subconscientemente el día que el mundo perdió parte de
esa inocencia… el 11 de septiembre de 2.001. Lo peor, es un escenario
desestabilizado. Un atentado de más o de menos, en África, Irak, o Francia, sea
de la magnitud que sea el mismo, carece relativamente de importancia. Lo jodido es la
sensación de pánico que se está generando a nivel global… buena para alguna que
otra economía garrapata, como es España que tiene una importante industria militar
e infraestructuras turísticas. Pero el golpe de estado en Turquía añade un
punto de tensión a una situación totalmente inestable que va un paso más allá.
Pues Turquía es un miembro OTAN, y un gobierno recuérdese islamista aunque sea
moderado… y no es precisamente tranquilizador ese mensaje de su Presidente
Erdogan, uno de esos sápatras “democráticos” que de vez en cuando acepta
occidente llamando para que miles de turcos "salte sobre los tanques y de una lección a los
traidores". Porque la tentación de la Alianza Atlántica puede ser la
de mandar tropas a Turquía donde por el balance de la fuerza Rusia ha declarado
su intención de oponerse a tal escalada… y ya se sabe, no es conveniente poner
a dos perros grandes y territoriales a mear demasiado juntos. Por ello quien
quiere en noviembre a Donald Trump de Presidente de los EE.UU. de América…
seguramente gente tan inconsciente como la que quiere a Rajoy aquí en España, o
a la Merkel en Alemania… o en su día quiso a Blair en U.K. para buscar las
famosas armas de destrucción masiva que tenía Sadam Hussein. Que seguramente no
era un alma cándida, pero tenía el tablero sujeto por las cuatro patas.
Ahora
tenemos éste nuevo terrorismo de “low cost”, sencillo y efectivo, que lleva la
guerra al corazón de la Europa de las tinieblas y las relativas democracias de
voto y bote. Y la población tiene miedo, y los gobiernos utilizarán ese miedo,
sin ninguna duda. Los cazas de combate, los carros blindados, los soldados bien
entrenados y motivados por el amor a su patria, ya no son ni de lejos más
mortíferos que el Sr. Mohamed que no ha hecho ni una puta flexión en su vida ni
los cien metros en menos de doce segundos subido a la cabina de un camión
frigorífico. ¿Y qué vamos ha hacer?... bombardear con misiles tipo AGM-65
Maverick un camión de Danone o Campofrío apenas los veamos aparecer en el
horizonte. Aun recuerdo cuando ese mierdaseca de Aznar agitaba la guerra como
una necesidad para la libertad… de aquel fango de fascismo sin reciclar, éste
estar metidos en la puta puré. Y aun hay quien niega todo aquello… Gente villana y
pávida que ve alrededor suyo tanto y tanto “enaltecimiento del terrorismo” como
corre a esconderse apenas estallan los fuegos artificiales. Eran cobardes en los
duros “años del plomo” de la ETA, y son igual de gallinas ahora, salvo que más
viejos. Y el mundo sigue asumiendo decisiones equivocadas… El negro Obama,
soberano mundial, apoya al Gobierno Islamista de Erdogan, y el mundo le sigue…
Deja a miles de refugiados sirios a su cuidado y protección, le financia… le
defiende… con miles de kilómetros de frontera porosa con Irak por donde fluye
el petróleo y las armas en dobles sentidos, como fluye la tristeza por tantos
inocentes caídos… los de aquí, y los de allí. Y por amor de Dios… ¿queda aun
algún alma “cándida” qué se sienta y asiente sus nalgas a salvo sobre éste
polvorín?. Lo repito: El problema no son ni los atentados ni las respuestas
militares de los estados agraviados, es la sensación del miedo… y la
réplica a él. La opereta política de todos los fascismos democráticos. El
“cuchillo afilado” por delante de la letra, en lugar de a la par.