Siempre he sido “reactivo” con aquello del
maltrato animal, por creer que bien entendido, empieza y termina en el propio
hombre. En el Ser que no en el mismo Ente Humano. Pero no nos pongamos a
explicar principios herméticos enfangados entre puñeteras carreras de bestias
de dos extremidades sobre cuadrúpedos equinos por y para descuellar gansos, polemizar
sobre el uso y disfrute que le da el personal en fiestas a los toros de lidia y
sus hermanos menores cabestros y vaquillas, exteriorizar en el asco que me
producen esos hijos de puta que abandonan en estos días caniculares a sus fieles
mascotas, aquellos que maltratan a tuttiplen con la regularidad del círculo
siniestro de la caza a los galgos y hacen las cien mil perrerías inimaginables
con ellos. En fin, siempre he sido, lo repito… “reactivo” con el deporte de
caballeros de la montería, por ejemplo, en todos sus extremos… y más bien
partidario de tirar a un cazador o un torero si se terciaría y no estuviera ya
prohibido, si lo está… como a una cabra del campanario de Manganeses de la
Polvorosa los quintos hacían planear en acto de valor y gallardía… Porque a
menudo discurrí que para demostrar que se tienen los cojones cuadrados lo que
tenían que hacer era tirar por él al carnero del Primer Tercio de La Legión
Gran Capitán con sus brigadas y sargentos con la camisa desabotonada hasta los
santísimos huevos. ¡A tomar por culo!. Ahora que hay tanto animalista militante
o no, amante de los animales, ecologista en acción o de sofá, integrista ecológico
de muro de Facebook… curiosamente, es cuando más desmanes se cometen. ¿Por
qué?. Porque es fácil oponerse a la barbarie contra los animales, que es algo
de hoy y de ayer… pero, también es porque hay de hoy, y de ayer… por la tarde,
demasiada, como en todo o casi todo… hipocresía. Santurronería de veganos, y
ecologetas. Lo sé, porque de joven era inquieto, y me movía entre el fútbol y
la herpetología; gozaba aprender de memoria los nombres científicos de los
distintos animales, y las alineaciones de los equipos británicos de la primera
división inglesa–escocesa, y los poemas de Rafael Alberti, Antonio Machado, y Paco
Quevedo o Góngora.
Tan sólo una vez estuve invitado en una
montería… entre los “míos”, militares y paisanos de cierta raigambre y de un rancio
facherío. Supongo que alguno quería demostrarse, o demostrarme… que era mejor
tirador que un servidor. Es una vieja historia del “Abuelo Cebolleta”. Tuve a
tiro a un gran macho de ciervo con su espléndida arboladura dos veces a unos
seiscientos metros, más o menos… No lo mate, ¿qué maldito sentido tenía
hacerlo?. Como que sentido hubiera tenido hacer un mitín pro–vida animal al
final de la jornada cinegética entre aquel “selecto” gentío que bebía vino tinto embotellado
con etiquetas franquistas y migas manchegas. Allí querría yo haber visto
manifestarse a algún que otro antitaurino que presume de serlo, entre ese
ecosistema de Escopeta Nacional se conspiraba al modo que lo hace el fascismo
macho alfa, medio borracho y en calzoncillos a medio camino entre despedirse de
la santa y los hijos y rumbo al bar de alterne. Claro que toda intentona
golpista del generalato entonces acababa entre el fornicio puteril con los
señores obispos comentando faenas taurinas y escondiendo hocicos que la ETA en
los finales de los años ochenta se las tenía tiesas con el gremio por aquel
entonces por la capital de las españas. Ahora las monterías son cosas de
politicastros corruptos y empresarios, sobre todo. Los toreros suben a la red
social su orgullo paterno-filial de matarifes con sus bebés en brazos toreando.
Ves por Facebook gente tirando perros de un puente, o a un famoso con su pieza
abatida en un safari y el común se escandaliza, como con el tema resudado de lo
del Toro de la Vega. Al final todo es paripé, y postureo. ¿Cómo mi silencio
cómplice en aquella montería?. Mi decisión fue no matar una vida inocente,
punto. Animal, cierto… y con todo su derecho a vivir. Y aunque sea mezclar
churras con merinas me viene a la cabeza la Tesis Once del Marxismo… el otro,
no el de Groucho… (… sobre Feuerbach)
“Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo,
pero de lo que se trata es de transformarlo”.