¿Y si un campo de fútbol fuese una réplica "simplista" del Templo de Salomón?. Olvidadlo... ¿Y sí el
escudo del Real Madrid fuera un emblema francmasón?. La regia corona ritual roja,
simbolizando la fraternidad de los hombres. Sí… la misma que otorgó al club
con su ¡Hala!, Don Juan de Borbón… Los colores masónicos: El amarillo dorado del
Dios Sol, y el azul de La Libertad propia del Infierno helado. El Blanco de la
zamarra del equipo natural del culto a la Diosa Cibeles, Semirais-Isthar-Lilith.
El ojo y la pirámide invertida en el centro: Es el Gran Arquitecto del Universo
con La M de Masón donde la escuadra aparece. ¿Se puede adivinar, un
compás?... ¿Qué pensará el Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos Florentino
Pérez, Presidente de la Constructora ACS de ésta teoría conspirativa?. Esto no
es sólo Pan y circo… es el encantamiento por el juego hipnótico y una “cierta”
violencia de los nuevos gladiadores de ésta Roma de incautos, donde los mismos
césares siguen gobernando a la sombra de los capullos de la política desde el
IBEX… ¿sí… o, sí?. Donde algunos ven a los Illuminatis, con las armas de la
manipulación mental, existe un deporte viejo y noble aun, pero los emblemas de
la civilización están subrepticiamente ocultos en su gallardía y prestancia
caballeresca entre la gañanía del grito y la barbarie. Los “ultras” y
aficionados en general, y butaca… se nos pintan y adornan como seres más
propios de la caverna y la edad del hierro, que de estos tiempos postmodernos y
sacan lo peor de sus almas para expresar la pasión dualista por sus equipos completamente desconocidos. Y
La Gran Trascendente del caso es ese... dividir, distraer, dormir y hablar de
todo, menos de lo más significativo y señalado, es la esclavitud en la que se
ha alterado todo. Dioses y hombres han caído en el olvido en un rodar
inconsciente. Los poderes financieros poseen los clubes de fútbol, las
constructoras, manejan con sus créditos a los dominios gubernativos, y al
periodismo crítico con los partidos políticos incómodos… además no es por
casualidad que el balompié tenga todo el espacio posible en la información
deportiva.
Es infinitamente mejor
parlotear sin fondo ni medida de la pretemporada del Betis, o el Valencia, o el Barça… si un
entrenador se ha llevado a sus jugadores a la playa, a hacer remo al río, o al
bosque… a jugar al escondite inglés… que de cuantos suicidios ha habido a día
de ayer en España por motivos económicos, o de si hay niños que no comen porque
se han cerrado comedores escolares por vacaciones, o del sinnúmero de parados
que ya no reciben ningún tipo de prestación y son unos putos vagos para ese
facherío canalla y sinvergüenza, sin alma ni compasión. Esos que están muchos
de ellos por la tertulia de café y Marca, de considerar “cantamañanas” a Pablo
Iglesias, o encienden bengalas "tuiteras", y saltan como monos en celo cuando golea su
“Madrid”. Esos que lo más redondo que conocen son sus pelotas que ojalá un día
les estallen de autosatisfacción. Ay pobre fútbol mío. ¿Por qué hay que
aguantar a tanto idiota de un signo y de otro… creyentes y paganos?. Aquellos
que no ven en el escudo del Real Betis Balompié la pirámide invertida y los
trece escalones son los mismos que desconocen la gloria masónica de nuestro
Barça, y lo dice un fiel y leal aficionado desde niño del Real Madrid C. de F. Cuando
un joven suizo llamado Hans Gamper, aficionado a dar patadas a una pelota fundó
el F.C. Barcelona eligió los colores adecuados para representar al nuevo club, el azul y el granate, que en buena parte podrían ser la clave que aportara algo de
luz a unos orígenes "supuestamente" misteriosos de los de la "Cuidad Condal". Lo cierto es que, ¡oh casualidad!... esos “colores”
se corresponden curiosamente con uno de los grados más encumbrados de la
masonería, el renombrado Sagrado Royal Arch, el primer orden de los maestros
masones escoceses crípticos que siguen el rito de York. Todos somos hermanos
bajo los templos azul y rojo… aprendices y compañeros, San Juan nos guía. No os
calentéis la cabeza… El Sagrado Arco Real, sostiene las catedrales, los caminos
descendentes de los pasadizos de la Gran Pirámide que apuntan a Orión, y el
travesaño incorpóreo de La Columna del Aprendiz y el de la portería sin red más
oxidada del barrio más humilde hecho Templo de Salomón en cada esquina del
mundo.