Duermevela de un esclavo

Duermevela de un esclavo

La vulgaridad, nos iguala a todos


Básicamente se puede conocer a casi todos los hombres por tres pequeñísimos detalles: Los zapatos que calzan, los relojes que llevan puestos, y los vehículos que conducen. Por ese método se conoce como piensan prácticamente el 95% de los hombres… y con las mujeres ocurre algo similar, tan sólo se tienen que variar un par de parámetros. Somos en global mamíferos oportunistas y de costumbres, simples simios "evolucionados". Unos más... y, otros... menos. El ser humano es simple, tiende a simplificarse, y sobre todo, cuando más complejo y alambicado pretende hacerse pasar. Con los militares pasa algo parecido… la prueba del "siete"... nueve... de su "psicopatía". Para saber si son fachas es fácil, los colores de la bandera en la correa del reloj los define en cuanto a lo del coeficiente intelectual, pero su grado de “chifladura” militarista se ve cuando observas detenidamente la munición que portan en sus armas. Si la bala es blindada, semiblindada, o de punta hueca… por ejemplo, es como ese macho ibérico que "porta" calcetín blanco de rayas transversales rojas y azules con zapato negro bien "abetunado"... y pulido, ¡se puede ser más elegante!. La bala blindada tiene un alto poder de penetración y bajo poder de deformación al impactar en el cuerpo humano. Dicha penetración provoca, a su vez, la llamada sobrepenetración, es decir, que después de alcanzar a su objetivo, el proyectil aún posee energía suficiente para atravesarlo y continuar hasta otro punto de impacto, pudiendo provocar lo que hoy en día se conoce como daños colaterales. La bala de punta hueca en cambio se deforma, o tiende a hacerlo, con el impacto. Resultado: Teóricamente mata más, debido a su efecto de parada. Pregunta y subpregunta: ¿Qué tipo de munición prefieren nueve de cada diez militares profesionales?. ¿Utilizan calcetines de verde reglamentario, nueve de cada diez militares profesionales dentro de las botas?. Son detalles aparentemente sin importancia, ¿verdad?. ¿Y de los calzoncillos... abrimos... un debate, chicas?.
Como el hecho de que existan maniáticos de cambiar compulsivamente de móvil con los avances del mercado tecnológico u hombres que les enamora un determinado coche “únicamente”, por el límite de velocidad que es capaz de alcanzar… pues a mayor velocidad, mayor placer en la conducción del “pepino”. Que la estúpida psicología encargada del estudio antropológico de la gilipollez humana se encargue de sacar el jugo de la exposición que se obstina en las necesidades de aceptación y jerarquía social… a mí, el tema me la suda bastante. Me interesa más contemplar la necedad global de la tribu. Los aspectos del protocolo de la masa sistematizada. Ver como un xtrial, kpoper, o un merman, te juzga por vestir unos chinos negros de C&A y unas zapatillas de senderismo color café con leche oscuras con camisa de lino negra de manga corta. No tengo nada en contra de que determinadas personalidades que pretender diferenciarse del rebaño común escuchen bandas de música poco conocidas, su ideología sea preferentemente progresista, les guste la comida original, la moda vintage y dar la vara por las redes sociales… La regla del reloj y los zapatos, incluso el vehículo… así se muevan en bici o metro, les define igualmente que al 95% de la población digamos, “normal”. Suma en ellas los “conceptos” de maquillaje y terreno-carne a la vista, y la ecuación sale. Personalidad es igual a X más Y, partida por el coeficiente Z… y sus “puntos suspensivos”. Porque no se es activo ni runner por llevar un reloj deportivo con bluetooth, GPS y hasta pulsómetro integrado. Y dicen más unos zapatos vintage relucientes en un ejecutivo engominado hasta en las cejas, que su BMW 1.200 para marcar status llegando al curro a primera hora de la mañana. Pura apariencia. ¿Por qué los políticos en verano llevan las corbatas anudadas con nudo simple, y en invierno con el windsor?. ¿Cabeza semiblindada… o correa de piel?. ¿Teg… o, Omega?. La verdad es una tan sólo. La vulgaridad, nos iguala a todos.