Imaginemos por un instante que existe una
descomunal conspiración Illuminati a nivel mundial, espionaje único y universal
a cada persona de éste pequeño planeta, una existencia paralela del tipo
Matrix, o un club de millonarios, presidentes y políticos que se reúnen en
relativo secreto un par de veces al año para decidir desde los precios del
petróleo hasta la última guerra que hay que montar en algún lugar del mundo…
¡Bueno!... ¿y qué?. ¿Cambia cualquiera de esas cosas las percepciones que
tenemos de la realidad?. Pues, realmente no. La realidad común es ilusoria, y
por encima de ella… muy por encima está La Realidad Radical. Casi cualquier
puerta de misteriosos eventos y cosas digamos… ocultas, secretas… se puede
explicar de un modo y manera científico al 99,99%... el enigma está en ese 0,0…
algo, que no tiene dilucidación plausible tras el que anda Dios o el demonio
dando golpes con su rabo. Sólo hay realmente un secreto en éste mundo y ese es
el de La Gnoseología. La Teoría del Conocimiento. Seguramente una “descomunal
conspiración a nivel planetario" para millones de idiotas que quieren reducir
del infinito al cero la comprensión de las cosas, y pensar que La Navaja de
Ockham lo corta todo en ciencia infusa con precisión newtoniana. Pero, la
supergravedad cuántica, como paradigma irrefutable, es caprichosa. Esas anomalias de gauge haciendo la puñeta... ¡malditos fermiones!. No se
precisan en ciertos ámbitos de fe probada y acreditada por siglos y siglos de
refutaciones experimentadas conocimientos particulares. El conocimiento de la
física, y de las matemáticas, y las bases de nuestro entorno son reconocidas
fácilmente… la medida para dilucidar el valor exacto del mundo se encuentra en
los límites y fundamentos de otros “conocimientos” muy particulares que los
neófitos prefieren tratar como “magia”. No siendo otra cosa que la propia
naturaleza, y su alcance.
Hasta donde no alcanza la psicología siempre
llega la lógica, pero el hombre de ciencia común también es necio y caprichoso,
y pelea sujeto a las necesidades de acepción y afecto. No voy a tratar aquí de
las vías al conocimiento comúnmente aceptadas: No me interesa la información de
los sentidos, ni la razón por inducción, o deducción… ni tampoco, la revelación
sea o no demostrable ni aceptable o rechazable. Me desvió en navegación
platónica del método “científico”. Entro en La Gran X. En el Teeteto, el diálogo retórico. De lo
convincente a lo cáustico… quizás. Tratemos de la naturaleza del saber,
especulemos para encontrar la verdad. ¿Qué fundamento tiene salvar a una
humanidad salvaje que vive en el siglo XII de la evolución humanística?. ¿Qué
cree aun en los albores del siglo XXI, en dioses oscurantistas y cuestiona los
fundamentos de la erudición por misticismos y supersticiones arcaicas?. La
acusación del sofismo gnóstico se levanta contra el Problema Central Humano, y
ante ello sólo hay un camino posible. Se llama Conciencia. Conocer los objetos
reales e irreales del Entendimiento: La Mente, La memoria, y El Pensamiento. Que
no hay conspiración o teoría de la estupidez masiva. Que todo empieza y termina
en la realidad. En el Estado de las Cosas. Algo que subvierte el dogmatismo, la
absoluta certeza completa de la experiencia sensible. Un conocimiento firme y
seguro de total escepticismo. Con criticismo, eliminando hipótesis falsas,
buscando siempre una verdad provisional en la espera de esa verdad absoluta. Siendo
relativista en el universo complejo de las ideas. Con perspectiva histórica y
racionalismo clásico. Y la justa dosis del empirismo que siempre te da la
posibilidad de hacer tabula rasa… sin ideas preconcebidas. Pudiendo hacer
cuando se quiera “giros copernicanos” construyendo las estructuras de nuestro
Libre Albedrío, y los objetivos de nuestro destino. Cambiando el mundo… sin
necesidad de materialismo dialéctico… con una pizca de ese Marxismo tan
necesario de Groucho, Chico y Harpo... También, Zeppo.