¡Ironicemos!... Hagamos un ejercicio breve, brevísimo, de "slimming world" way of life filo-tántrico. En plan teletienda nocturna de aparato de gimnasia pasiva con su: Yo perdí veinte kilos en dos semanas... diecinueve de ellos en el cerebro, y ahora soy más feliz. Para desgracia del genero humano están esos y
esas pánfilos y pánfilas que todavía creen que los pájaros maman. (Los "pájaros que vuelan", me refiero... y no hay doble sentido en ésto) Padres, hijos
y nietos de la cachaza de hoy, ayer y siempre. No importa si están empapados en
titulitis, fiel y absurdamente adoctrinados en narcolepsia ética general,
anestesiados en moral cristiana o postcientífica, la estupidez no conoce
fronteras ni rediles, clases sociales ni empeños político-económicos. Bastan un
par o tres, tal vez hasta cincuenta tontos de baba, antidisturbios de la
palabra, canes puntual, y escrupulosamente instruidos y debidamente
adoctrinados a base de parné, y privilegios infames que digan lo que se les
manda para crear corrientes de opinión; hasta la pulmonía y más allá... De esas que debidamente lanzadas a los
cuatro vientos hacen estornudar y hasta subir la fiebre de una ciudadanía de
bajos recursos intelectuales. Se genera el embuste, se distribuye, se expande e
inocula… y más tarde si se demuestra mentiroso y maléfico, ¡qué más da!...
Muerto el perro, se acabó la rabia. El problema sistémico no es vivir en una
sociedad de apariencias y necedad, es que te hagan creer… o peor dicho, que te
induzcan el pensamiento pormenorizado de tener que consentir y someterse a las
circunstancias de que seguir a la manada es lo que debe de hacerse para ser
genuinamente aceptados y aceptables a la condición de los estándares rectos y
decorosos. Y para infortunio del statu quo preponderante lo revolucionario, lo
sedicioso, también está minuciosamente normalizado. Las redes sociales están
consentidas, confesadas y conformadas para ser consecuentemente
contraculturales y dóciles. Las artes, y las ciencias. La religión y el
sectarismo místico de serie. Nuestros líderes, nuestros intelectuales, nuestros
medios de incomunicación…
… y hasta se permite un cierto grado de
tendencia a la conspiranoia. El virus más letal existente, aquel que está
acabando con el género humano sin que los hombres sean capaces de entender que
está pasando a su alrededor y sigan caminando como zombis buscando carne viva
que morder es la sandez más pura y simple. La ignorancia consentida,
socialmente tolerada para todos los públicos, es aquella que nos enseña la
condición absurda en que las cosas son como son, y no son de ninguna otra
manera ni forma. En un mundo de circunloquios, artistas de los rodeos nos
pretenden dar una lección a cerca de cómo ver las cosas. Vivimos tiempos de
prevaricación filosófico-política y pragmatismos lingüístico-religiosos. Una
era irreal de positivismo imbécil donde se creen en mentiras por verdades, se
reacciona por inacción. Donde se hacen a los enemigos, nuestros adversarios, a
la medida de nuestras demagogias. Y donde los demagogos nos acusan de ser el
enemigo. La charlatanería de los oradores del poder y su embarcación de la
plebe sistematizada es tan absorbente cual arbitraria. Y decir que lo
procedente sería la injusticia es algo tan brutalmente insurrecto que me causa
espanto tan sólo insinuarlo. Lo que quiero decir con todo éste rollazo que
llevo escrito es algo ferozmente simple. Escuetamente cruel si os place
pensarlo así: De alguna forma “socialmente aceptable” convendría dinamitar las
estructuras de ésta sociedad alienada. De éste consorcio Humanidad S.L.
definitivamente desequilibrado que nos lleva inexorablemente a la
autodestrucción. Porque padres beodos y protectores de hijos mercancía humana
únicamente comprenden y protegen su parcela de seguridad personal. No miran al
horizonte para vislumbrar en la cercana lejanía el tsunami de mierda que viene
inexorable a caerles encima. Dejar un mundo mejor del que han conocido no es la
prioridad, si no vivir una buena vida. Así es fácil entender la corrupción como
forma de gobierno, y la guerra… la violencia en general, como la manera de
arreglar los problemas, y de entenderse… en los negocios, globales.