Algunas veces una obviedad trivial es
necesaria. Incluso un poco de superficialidad. Frivolicemos. Imaginemos a
Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias, en chándal tirados en el sofá de sus
respectivos hogares con una mano tocándose los cojones y la otra sosteniendo
una lata de cerveza pilsen de marca blanca viendo de madrugada los JJ.OO. de
Río. ¿Es una imagen mental inverosímil?. ¿Acaso no es posible qué también
caguen sentados como cualquier hijo de vecino?... Analicemos… No es posible que
Iglesias lea el Hola! mientras caga en lugar de a Antonio Gramsci, o Rajoy a
Nietzsche escondido entre las páginas del Diario Marca. Se me hace difícil el
imaginar a Albert Rivera en chándal de Carrefour, se me viene de inmediato a
mis engramas cerebrales una imaginería yonki y me parece más un tipo de ver
series españolas de esas de Antena 3 tres en el tresillo salonero en
calzoncillos boxer con una camiseta de The Ramones vieja. En fin, todo esto va
de estilismos. Porque esos trajes que se gasta por ejemplo Albert Rivera, que
se ve que son de sastre, entallados y de los caros, no se si serán nueva
política… lo que si sé es que son del estilo de la vieja banca y el
empresariado más cool. Y seguramente engañarán a viejas pellejas y ciertos
neoliberales profesionales de nuevo cuño con aspiraciones a clase media alta.
Nada que ver con el estilo Sastrería Cortefiel que se gasta el bueno de Pedro
Sánchez que tiene percha y rostro de encandilador de maduritas sonrosadas. Los
trajes le hacen caída natural. Y con sus camisas al punto de "marca blanca" rancia y sus
corbatas para la ocasión ahora azul, otrora roja, con sus viceversas, es todo
un modelamen de izquierda sin definirse para estos tiempos convulsos sin pana
PSOE, ante Felipe sin yate… en presente de indicativo del verbo star… nudo al
cuello Windsor. Se ve que desde pequeño como en la canción de Siniestro siempre
llevó Abanderado.
Y eso que no quería hablar escribiendo... de corbatas vs. sogas... ¿Y Rajoy?. Rajoy es pura moda gallega… lleva el
chándal Marca España de deportista andante con el tronío del que se aproxima a
la tercera edad seguro y confiado, e igualmente el traje de opositor permanente
con absoluta confianza. Se podría decir que ya nació con él puesto, Registrador
de la Propiedad, y Presidente en Funciones in pectore. A Rajoy seguro que le
queda como un guante siempre todo, lo mismo la rebequita de entretiempo de una
niña de seis años, que un traje de lagarterana, que el uniforme de un picoleto
a juego con collar de perlas cultivadas… todo lo contrario que a Pablo Iglesias
que de lejos se le ve un poco las “ciertas” hechuras que no disfraza de ecce
homo entre la gañanía culta que se le ve tiene y ese halo de misticismo
profético Made in Alcampo del que presume. Claro que desde que el Sorpasso no
se produjo ha moderado las formas algo hoscas y labriegas que gastaba inteligente
de la misma manera que ha cuidado su barba que ahora se le ve más pulcra de lo que la
gastaba antes asalvajada en plena conquista del paraíso labrador. Tal vez sea
que ellas que votan en masa, y mansa… los prefieren limpios, aunque sean rojos,
azules, naranjas o “moraitos” de martirio… y, unos absolutos destripaterrones. Porque
ni los trajes neofalangistas de Rivera, ni los Cortefiel Style new costalero de
Sánchez, ni los nomos de mecánico de la política de Mariano ni “andeluelo” el glamour
de cornisa de obra albañil de Iglesias me convence. No se si por natural o
antinaturales, son falsarios en el continente. Además con éste calor, a quién
no le apetece ver como se dejan los resuellos olímpicos todos esos cachitas de
madrugada en gayumbos tomando algo fresquito. Porque lo de los pactos de los
cojones y anillo único de la abstención que hay que llevar a Mordor va para
largo… ríete tu de encontrar zapatos de tacón a juego para tanto chándal.